Escúchame, escucha mi silencio. Lo que digo nunca es lo que digo sino otra cosa. Cuando digo "aguas abundantes" estoy hablando de la fuerza del cuerpo en las aguas del mundo. Capta esa otra cosa de la que en realidad hablo porque yo misma no puedo. Lee la energía que está en mi silencio. Ah, tengo miedo de Dios y de su silencio. Pág. 35.
Muy pocos escritores merecen tanto el adjetivo de "singular" como la brasileña
En La pasión según G. H. (1964), considerada su obra maestra por algunos críticos, las particularidades de Lispector se plasman en una narración fragmentada que expresa (no cuenta) la transformación interior de una mujer. La protagonista se redescubre a sí misma, pero lo hace sin salir de una habitación, sentada en la cama mientras observa la cucaracha que le ha provocado esta reacción. Agua viva tiene bastante en común con este libro, aunque, si enLa pasión según G. H. era posible reconocer algún atisbo de "trama" en la evolución del personaje, en Agua viva aún está más difusa. El planteamiento vuelve a tomar como narrador una voz femenina anónima, de la que apenas sabemos nada, que se dirige a un tú, un antiguo amor que le hizo daño. No obstante, relegarla a la categoría de carta de desamor sería demasiado superficial para una novela que abarca mucho, muchísimo más.
La estructura apuesta de nuevo por la
La obra tiene un leitmotiv: alcanzar lo que denomina it, algo así como el instante de lo vivo, el núcleo de la existencia. Pero hay un problema: cuando lo expresa con palabras, ya ha muerto, ya ha pasado; el lenguaje tiene limitaciones. Wittgenstein, con su giro lingüístico, advirtió que el lenguaje condiciona el significado de los enunciados; no es una herramienta neutra. La narradora intenta vencer estas barreras, y por eso escribe de forma anárquica, en ese estado entre el sueño y la vigilia también recreado por Proust, aproximándose al momento en el que la conciencia discurre por sí misma ("A veces seguirme es tan difícil. Porque es seguir lo que aún no es más que una nebulosa", pág. 77), sin que el pensamiento modele las ideas, porque es entonces cuando más se acerca al it, un it que no está en lo que se dice, sino en la "entrelínea", en lo que se trasluce de lo dicho ("Lo que te digo nunca es lo que te digo y sí otra cosa. Capta esa cosa que se me escapa y sin embargo vivo de ella y estoy sobre su brillante oscuridad", pág. 17).
El "No haber nacido animal es mi secreta nostalgia", pág. 61), como la serie de flores de las pág. 66-70, en las que las personaliza, les asigna unos atributos muy originales, cargados de metáforas. Lispector no
La búsqueda del it encuentra su punto álgido al final, cuando la protagonista manifiesta sus deseos de vivir, de aprovechar el clímax de cada instante ("Mi única salvación es la alegría", pág. 108), un mensaje parecido al deLa pasión según G. H., cuando la mujer decide vencer sus miedos y salir a divertirse. En Agua viva, el desencadenante es la soledad de una persona que ha amado y ahora está sola. Captar el it implica de algún modo llenarse de él, alcanzar la lucidez, el "estado de gracia" (pág. 101), y para eso hay que asumir el desamor para disfrutar otra vez de la vida y sus placeres; un mensaje básico que Lispector convierte en excepcional con su espectacular uso del lenguaje. El it, además, también supone entregarse a la incertidumbre del mundo, la "nebulosa", renunciar al pensamiento racional, aceptar el caos ("Sólo ahora he intuido lo oblicuo de la vida. Antes sólo veía a través de cortes rectos y paralelos. No entendía el insípido trazo sesgado. Ahora adivino que la vida es otra. [...] He comprendido la fatalidad del azar y no existe en eso contradicción", pág. 80). Posmoderna por completo.
Esta última cita se puede tomar como una invitación a la lectura de Agua viva: acercarse a Clarice Lispector supone descubrir otras formas de entender la literatura, otras formas de leer, alejadas del esquema de planteamiento, nudo y desenlace, del narrador omnisciente y de los personajes que interactúan. Salir de los mapas mentales conocidos resulta difícil, exige esfuerzo, pero, cuando se decide dar ese paso, la recompensa obtenida tiene un valor incalculable: aprender que las palabras, como creación literaria, pueden hacer mucho más que contar historias.