Aguacero

Publicado el 20 abril 2018 por Aleon @Aleonpizarro
de Luis Roso.

Título: AguaceroAutor: Luis RosoEditorial: Ediciones B, 2016.Páginas: 408.
SINOPSIS.
Año 1955. El inspector Ernesto Trevejo recibe el encargo de investigar cuatro crímenes en un pueblo de la sierra madrileña donde se está construyendo un pantano: dos guardias civiles han sido torturados hasta la muerte; el alcalde del municipio y su esposa, ejecutados a sangre fría. Un posible asesino en serie podría aterrorizar a la región mientras se desarrollan las obras. El asunto debe ser resuelto –y silenciado- cuanto antes.
Siguiendo los pasos de una investigación que destapará odios, secretos e intereses ocultos, el lector se traslada a una España en blanco y negro. De fondo, el rumor incesante de la lluvia que acompañará al protagonista en su viaje a un escenario rural, remoto, casi salvaje.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Soy extremeña como el autor de esta novela y aunque más mayor que él tampoco he vivido la construcción en los años 50 de los grandes pantanos de este país, pero de pantanos, de los poblados y pedanías que surgían a su vera y de las condiciones de trabajo de esos mastodontes incrustados en nuestros paisajes sabemos mucho los extremeños. Muchos de esos poblados de miseria que el autor describe en su novela se han reconvertido hoy en día en pequeñas "urbanizaciones" legales propiedad de gentes de las ciudades como segundas viviendas una vez que fueron acondicionadas y remodeladas la mayoría de ellas porque, todo sea dicho, están enclavadas en lugares de una belleza excepcional en plena naturaleza, que es en lo que somos inmensamente ricos los extremeños.

Construcción Pantano Orellana-Badajoz

En casi todos los pantanos del plan Badajoz hay una grupo de viviendas de ese tipo muy cercanas a los paredones de esas grandes obras de infraestructuras. También he tenido la suerte de conocer a algunos niñ@s nacidos a la sombra de esas construcciones que en su infancia vivieron en unas condiciones pésimas en todos los aspectos, muchos de ellos, después emigrantes a las grandes ciudades, medio analfabetos porque cuando terminaban estas grandes obras nadie se encargaba de asentarlos en el territorio y tuvieron que emigrar a Madrid y Barcelona donde la construcción crecía salvajemente. Allí volvieron a hacinarse de nuevo de otro modo.
Me ha encantado esta novela precisamente por la recreación de estos años en el medio rural, un medio en el que salvo que te tiraras al monte y vivieras como un animal en plena naturaleza, era muy difícil esconderse en el anonimato. Aún hoy en día en nuestros pueblos, todo el mundo sabe de todo el mundo y no es que eso sea ni mejor ni peor, pero si es cierto que en determinadas épocas y circunstancias en este país los poderes fácticos (habitualmente el cura, el alcalde y el médico, en los pueblos), junto a la Guardia Civil eran eslabones claves para el control del régimen franquista y se servían precisamente de esa sabiduría popular y de los odios y rencores entre familias para conocer los "secretos" de los vecinos contrarios al régimen. He leído varias novelas donde se recrea muy  bien también este ambiente de control indirecto altamente eficiente; entre ellas, desde luego, me viene a la mente El Lector de Julio Verne de Almudena Grandes, pero también, de corte más policíaco la serie de libros del sargento Carmelo Dominguez de Fernando Roye, que añade además un toque de humor a sus historias, y no es una época para estar de broma, desde luego.
En un pueblo de la sierra de Madrid/Ávila se suceden una serie de asesinatos de personas relevantes. Nada más y nada menos que del Alcalde y su mujer y de dos Guardia Civiles. Como solía suceder, se acusa a un inocente cuyo único delito es ser "rojo". Cuando se demuestra, después de muchas palizas en los cuarteles, que el pobre hombre no es culpable hay que buscar otra trama, tan poco creíble como la anterior pero cuyas piezas encajen aunque sea a martillazos en un lugar donde el poder tiene garantizado que nadie va a protestar por miedo. Todo es tan forzado, que a este pueblo mandan desde la capital a Ernesto Trevejo, un investigador de la Brigada Criminal, que no es bien recibido ni por la Guardia Civil que ve como se pone en duda su autoridad y su manera de hacer las cosas en su terreno, ni tampoco por los obreros que cerca del pueblo están construyendo el pantano en unas condiciones deplorables para ellos y sus familias. A Trevejo le va a acompañar un joven Guardia Civil llamado Aparecido, que debe ser la única nota de color, por su inocencia, de lo que una se encuentra mientras lee. Todo los demás se desarrolla en un mundo de mentiras, de verdades no dichas, de secretos escondidos, de venganzas y odios entre familias que forman parte de la realidad y el leitmotiv de los hechos acontecidos en el pueblo. Todo ello, en un lugar recóndito de la sierra donde no para de llover, donde todo es fango y oscuridad en unos años de este país en el que esta oscuridad estaba en todas partes, algo que el autor logra reflejar perfectamente. Creo que durante la lectura del libro no sale el sol en ninguna ocasión, no se ve luz o esperanza en momento alguno, ni siquiera en el desenlace del caso ni de la novela.
En definitiva, me ha encantado esta lectura, sobre todo por su ambientación, por lo negro y/o gris que aparece todo, por la época en que todo ocurre, por la lluvia continua que acompaña a los personajes y porque considero que Trevejo nos dará mucho juego en el futuro.