"Aguafuertes" de Roberto Arlt en el periódico El Mundo

Publicado el 28 octubre 2015 por Hermidaeditores

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LITERATURA

'Aguafuertes', una recopilación de las crónicas del escritor argentino durante su viaje entre 1935 y 1936

Roberto Arlt: rabioso, salvaje y total


Primer plano del periodista y escritor bonaerense Roberto Arlt (1900-1942), autor de las célebres 'Aguafuertes'.
Reúnen por primera vez en un solo volumen las crónicas que el periodista argentino realizó en España en vísperas de la Guerra Civil
ACTUALIZADO 27/10/201508:27
Hay tipos que han levantado toda una literatura desde la crónica, el reportaje, la opinión. Por saber dónde arrimar el ojo. Por la exactitud en la forma de contar. Porque explicar el mundo es cuestión de estilo. Uno de los primeros de esa tribu es Roberto Arlt (Buenos Aires, 1900-1942), él que aspiraba a escribir con "la violencia de un cross a la mandíbula".Arlt dejó a lo largo de años un buen puñado de crónicas, las Aguafuertes, que bien podrían considerarse el campanazo inaugural de otra forma de hacer periodismoen castellano. Tanto éxito tuvieron que, según refirió alguna vez Juan Carlos Onetti, el director del periódico cambiaba regularmente el día de publicación para obligar a los lectores a acercarse al quiosco todos los días.Estos retratos informales del runrún cotidiano de Buenos Aires se alternaron con las narraciones de sus viajes a Uruguay, Brasil y, especialmente, España, donde recaló en vísperas de la Guerra Civil (de febrero de 1935 a mayo de 1936). Ahora, estas crónicas periodísticas españolas ven la luz en un solo volumen, Aguafuertes, recopiladas por Toni Montesinos para el sello Hermida Editores.Precisamente, Montesinos alude en el prólogo del libro al impacto vital que el viaje a Europa provocó en el argentino, de temperamento difícil, de genio habitualmente rabioso, atormentado, inconformista. «Pareciera que el viaje dulcificó a Arlt, o lo humanizó, o lo esperanzó, o le quitó de encima esa pulsión nerviosa que lo descontrolaba y estimulaba a partes iguales», expone.Arlt recorre durante meses toda la Península, desde Barbate a Baracaldo, y las ciudades norteafricanas de Tetuán y Tánger. En Andalucía, visita Cádiz, Vejer, Granada y Sevilla, esta última inmersa en los preparativos de la Semana Santa. Allá donde va, es un atento observador de los tipos, del frenesí político, pero también un testigo incómodo del atraso y las desigualdades sociales.

Impresiones andaluzas

«Una multitud humana que desemboca de calles de tres pasos de ancho, oscuras y lóbregas. Esta multitud que colma el ancho de las calzadas, que llena las veredas a pesar de ser día domingo, viste limpio traje azul de mecánico. [...] Gorras, alpargatas, caras proletarias. (Después me entero que en esta población de 80.000 habitantes hay 16.000 desocupados). ¿Esto es Cádiz?», escribe.En Barbate, su siguiente parada, logra enrolarse en una embarcación para narrar las condiciones de trabajo de los pescadores. «Pienso que es necesario hablar de la brutalísima vida de estos hombres de la mar. Sólo otros hombres trabajan más ferozmente arriesgados que éstos: los mineros. Pero los mineros, campesinos y pescadores son la gloria proletaria de España, la violencia inextinguible que no puede ahogar el homicida fusil de la Guardia Civil».Luego, viaja a Sevilla, donde asiste a las procesiones de Semana Santa. «¡Salva a España! ¡Sálvala Jesús! ¡Sálvala!», son los gritos que el periodista oye en la bulla que asiste a la salida del Gran Poder. «Pañuelos en los ojos; gente que se arrodilla en los canteros. La cofradía empieza a desfilar. Silencio. En la oscuridad, desde una terraza celeste, canta una voz: 'Ayudate yo quisiera/ a llevá tu crú pesá./ Cirineo podé se/ Siendo tú el del Gran Poder'».Uno fragmento brillante es la descripción de las mujeres vestidas de mantillas que pasean por la ciudad mientras los hombres «adoptan una pose de zánganos contemplativos». «Forman [ellas] grupos de estatuas enlutadas, perfumadas que caminan, volviendo al soslayo los ojos relampagueantes, los arcos de las cejas trazados con un compás, la frente abombada, la mantilla flotante en torno a los hombros. La admiración vuela hacia ellas con ingenio gitano».La última parada andaluza de Roberto Arlt es Granada. Le decepciona, y mucho, la Alhambra: «Nada me ha distraído más en su interior, que dedicarme a observar las expresiones de disgusto y decepción de sus visitantes». El escritor, que pertenece, sin duda, al género de los heterodoxos, reproduce vivos diálogos con La Golondrina, La Víbora y La Chata, gitanas del Sacromonte: «Me atrae la salvaje existencia de esta gente en un paisaje ríspido y caliente», reconoce finalmente.