Águila Roja, capítulo 75: De hermanos, indios y besos

Publicado el 18 octubre 2014 por Criticasen8mm @Criticasen8mm
En Águila Roja ya hemos visto de todo: asesinatos, caníbales, cinturones de castidad, cocodrilos y cálices. Hemos tenido, más recientemente, una boda prohibida y un misterioso monseñor que incomoda a unos y otros. Con este nuevo capítulo, la serie llega al capítulo 75 con más enredos que nunca. ¿Qué pasó? ¡ALERTA SPOILER!

El episodio de esta semana llega pisando fuerte: el Rey, Felipe IV, se ha propuesto encontrar El Dorado, la mítica ciudad perdida hecha de oro con nombre de casino de extrarradio. España llevaba ya un siglo empecinada con que esa ciudad existía. Más o menos la misma sensación que con los Juegos Olímpicos. Esta vez su majestad tiene consigo un documento, con un dibujo, que parece ser una prueba de su existencia que le ha traído su sobrino, que es explorador. Entusiasmado, el Rey abre un cofre que debe contener la clave para encontrar la ciudad perdida, pero resulta ser la cabeza de su sobrino, ante el estupor de todos.
En casa de Gonzalo tienen una visita en plena noche. El maestro le recibe al grito de “hermano”. Se llama Guzmán y viene de una expedición, trabaja para la Corona. ¿Águila Roja tenía un hermano? ¿Otro? ¿Cómo? Y el hombre trae un regalo: ¡un pingüino! Y él resulta ser su hermanastro. Que lío de familia, ni que fuese de la realeza. En Palacio, la cosa está tensa. Nuño está recogiendo sus cosas, para partir con su nueva esposa, pero el Comisario se lo impide. “Estás cometiendo un tremendo error.” Irene llora desconsolada. Esto yo lo veía venir. Y Lucrecia cada vez más sola. Desesperada, y un poco loca. Saca un arma y casi mata a su prima, Hernán llega a tiempo para evitarlo. “Se lo lleva, ¿es que no lo ves?” Lo que se dice un beso de despedida.
Catalina hubiese preferido una boda para el señorito con su convite y sus cosas. Es que la juventud ésta siempre llevándoselo todo por delante. Así se lo comenta a Irene. “No como usted, que siempre ha sido muy responsable.” ¿Hola Catalina? ¿No se quedó embarazada del jardinero? Qué poca memoria tenemos cuando nos conviene. La chica no puede parar de llorar. La jefa de las criadas también habla con la Marquesa. Le propone limpiar sus pecados a base de buenas obras y ésta, que sabe que sus pecados son bastante gordos, decide ir a llevar comida a los leprosos. Que eso seguro que convalida un montón de golferío.

A Gonzalo los familiares no le duran nada de nada. Guzmán cae en la calle, muerto. Lo que yo decía, los Kennedy españoles, ¡cuánto de sufrir! Pero, cuidado. Mas tarde, mientras Satur y Cipri cogían flores para adornar su tumba, Satur le ve. Obviamente se queda blanco. ¿Qué trama? ¿Quién es realmente? Gonzalo no cree a su criado. Para una vez que tiene razón el hombre. 
Hernán hace llamar a Juana. Fíate tú del Comisario… Le recuerda su oscuro pasado de vida alegre y le propone un trato: si ella renuncia a ese matrimonio, se encargará personalmente de que pueda vivir de forma holgada. Ella se niega, claro. Entre soltera con dinero o casada con dinero y títulos, qué quería.
Margarita, que para este capítulo parece que sí que la llamaron, recibe la visita del Monseñor. Viene a disculparse por el intento de asesinato en su habitación de la semana pasada. Esto ahora no, pero antes se hacía mucho. Bueno, y ahora en Guayaquil. Todos piensan que esa bala iba para el cura; nosotros sabemos la verdad.
Lucrecia llega a donde los leprosos de noche. Supongo que llevará el desayuno. “San Roque caminó entre leprosos. Si quiero que hablen de mí debo de hacer lo mismo.” Claro que si Marquesa, a por todas. Los leprosos, que normalmente estaban perdidos en alguna isla, aquí en España los teníamos en un corral como si fuesen ovejas, con guardias al rededor. Ana Mato ya era ministra en el siglo XVII. Cuando estaban totalmente rodeadas, aparece el Comisario y logra sacarlas de allí.
En casa de Gonzalo, un indio salido de la nada retiene a Alonso a punta de navaja albaceteña. Con la aparición de Satur parece asustarse y se marcha. Obviamente tanto Águila Roja como el criado unen conceptos y lo relacionan con la muerte –supuesta- de Guzmán. ¿Se trajo el hermanastro de Gonzalo algo más que un pingüino de vuelta? ¿Tendrá algo que ver con El Dorado? Después, en el bosque, vigilados por un montón de indígenas, lanzan un dardo al Águila y le dan en el cuello. 
Con la cara con la que terminaba la gente la ruta del Bacalao, el maestro se desploma. Fruto de las alucinaciones del dardo, ataca a Satur, al que ve como un monstruo. Y por poco se lo carga. Ya en casa, asustado, Satur no sabe cómo manejar la situación, pero tiene claro que nadie puede enterarse del estado de su amo. En un tropiezo, descubre debajo de la cama un escondrijo que contiene, ni más ni menos, un extraño objeto dorado que resulta ser el que debía de haber recibido el Rey.

En Palacio, Lucrecia está indignada. Hará lo que sea para que Nuño vuelva a casa, aunque eso suponga expandir la lepra por todo Madrid. Ni el Comisario ni nadie va a impedírselo. Hernán ordena que quemen las ropas de la Marquesa, por si acaso, sin embargo después Irene retira la orden a sus espaldas. “Yo me encargaré”. ¿En qué está pensando la joven? ¿Piensa infusionarlas y hacerse un caldo para morir de pena? Casi, después de confesarse (lo que va primero, va primero), se restriega bien con las ropas.
En unas mazmorras, descubrimos que el Comisario tiene apresado, con grilletes y todo, a su propio hijo, Nuño. Le entrega una carta que, firmando, hace invalidar su matrimonio con Juana. No pudo convencerla a ella, así que ahora prueba con él, que tampoco quiere. “Esto me duele más que a ti”. Y se va, y le deja ahí encadenado.
En casa del maestro, drogado como recién salido del Espace, sucede. 75 episodios después, Gonzalo y Margarita se besan. Con música de fondo así bien peliculera. Satur aparece y de inmediato comprende la situación e intenta llevarse al Águila al nido. La que se ha liado. Claro, Margarita más contenta que unas pascuas. Una vez que Gonzalo se levanta siendo él mismo, su criado le hace sentarse de nuevo, para contarle lo que ha pasado. El objeto extraño es lo que buscaba el indígena, pero entonces averiguamos que él no lo puso ahí.
Efectivamente, Guzmán vuelve a por esa piedra tallada que escondió en casa porque, efectivamente, sigue vivo. Se la robó a los indios que asesinaron al sobrino del Rey. Y ahora viene lo bueno: cuando Guzmán le cuenta que es la clave para encontrar El Dorado, Gonzalo piensa que está loco. ¡El Águila Roja! ¡Que lleva 70 capítulos siguiendo pistas y no tiene nada! ¡El de los descendientes de cristo en un papel de una lanza templaria en una cueva oculta!
Pero cuidado, porque Guzmán piensa recuperarla y está apuntando a su hermanastro con un arma. Aunque es verdad que él hace lo mismo con un cuchillo de los de matanza. Al Águila Roja ni los hermanos putativos le salen buenos. Finalmente se va sin nada. Momento familiar intenso aquí.
En las mazmorras, Nuño intenta escapar diciéndole a Hernán que firmará. No lo hace, se rebota y termina apuñalando al Comisario. Ahora que parece que va a matar al marido de su amada Irene, no solo está casado, sino que encima la otra está empeñada en contagiarse de lepra. Lo que son las cosas. El chico ahora se arrepiente, pero la cosa pinta mal.

En el bosque, que se ha convertido en el refugio de los indígenas (que vinieron escondidos en un barco y no sé cómo terminaron en Madrid), Águila Roja pretende devolverles su preciado objeto. Cuando se lo entregan, aparece la Guardia Real. El Rey le pide al Cardenal que vengue la muerte de su sobrino y si no tiene miramientos con los bautizados, imaginaos con estos. En plena refriega, Satur descubre que la piedra no era más que piedra. Y que está rota. Y los indios, muertos. Tampoco estaba yo muy seguro de cómo habían pensado los indígenas volver a América, ciertamente.
Al final del capítulo, podemos ver a Gonzalo pidiéndole a su cuñada que olvide lo del beso. Está claro que Margarita no puede terminar ningún episodio sin un drama, feliz y contenta. Eso sí, se han quedado al pingüino.

Opinión


El capítulo de esta semana nos deja un par de cosas por cerrar. ¿Qué será de Guzmán? ¿Desaparece sin más? Y el Comisario, ¿saldrá de ésta? También falta saber qué deparará el futuro a Nuño ya que, finalmente, firma la carta de repudio a Juana. O qué tal le irá a Irene ahora que puede tener lepra. En el análisis del episodio de la semana pasada decía que solo le faltaba a esta serie una invasión de seres de otro planeta. ¿Y de otro continente?
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El avance del capítulo próximo:

Avance del capítulo 76