TVE ha decidido que el episodio de Águila Roja de la semana próxima sea el último hasta después del verano. No es una decisión que sorprenda, no es la primera vez que la cadena opta por descontinuar la serie en plena temporada. Además, en esta ocasión, lo hace cuando está remontando en audiencias. Pero, por ahora, nos centraremos en el episodio de esta semana. Puedes leer el recap del anterior aquí. ¡Alerta spoiler!
Santiago Merino
Águila Roja tiene un doble por ahí que va matando gente. Y por qué no. Aparece a caballo en una boda y no deja en pie a nadie. Bueno, a alguno sí, que él lo que quiere es que piensen que es obra del héroe.
En casa de Gonzalo hace acto de presencia Quique San Francisco, bueno, su personaje: Santiago Merino, de Castro Urdiales (Cantabria) y busca a Satur. Lo que pasa es que el criado está fuera y tardará algunos días. Por deferencia del maestro, se quedará con ello allí a dormir y todo.
Poco tarda en llegar la noticia de la matanza del Águila2 a la villa, en boca de un hombrecillo que va pregonándolo por ahí. A Gonzalo le llegan las vísceras de los invitados, presente que le envía el asesino. Le cita en el Bosque del Norte. Y, obviamente, Gonzalo irá. Pero antes vemos como Santiago, que en Castro Urdiales era comisario, le hace algunas preguntas. Vio la caja, que Gonzalo estaba algo afectado… Este sospecha algo.
Águila2 también aparece en la escuela de Gonzalo y mata a muchos de los estudiantes. Está claro que es algo personal y sea quien sea odia realmente al maestro, que llega al Bosque del Norte, de civil. Allí se encuentra a uno vestido con sus ropas de Águila, pero resulta que no es a quien busca. El capítulo con más Águilas ever. A quien encuentra sin embargo es a Santiago, quién entró a su alcoba y leyó la nota que Águila2 le dejó. Y le cuenta lo que ha pasado en la Villa.
Secretos y drama
Probablemente la escena del maestro entrando a la escuela, llena de sangre, sea el gran DRAMA de esta temporada. O media temporada, o lo que sea esto. También le deja otra nota. Águila2 inventó los Post-It. El señor Santiago sabe que Gonzalo tiene algún tipo de implicación en aquello y se ofrece a ayudar. Lo que el capítulo anterior fue un sueño, en este es una realidad, y Gonzalo le muestra al señor desconocido que él es Águila Roja. El auténtico, el original.
Vamos, que no se lo cuentas ni a tu cuñada/amor platónico Margarita pero sí a uno que dice que conoce a Satur y se planta en tu puerta. Muy bien Gonzalo, muy bien. Y ojo, que el señor sabe de lo que habla. Si quieren capturar a Águila2, tendrán que encontrar la prisión esa secreta en la que estuvo preso, y él se apunta, claro.
Logran entrar en la cárcel misteriosa en plan tirolina. Como Batman y Robin, igual. Consiguen encontrar que vivía en la calle Madera y, cuando van salir de allí (que no sé cómo exactamente se iba a ir por la tirolinapero al contrario), aparecen los guardas y les capturan, encerrándoles en una sala de tortura. Al menos nos enteramos de qué conoce Santiago a Satur: le encarceló por ladrón y él le ayudó a salvar su matrimonio. Después de aquello siguieron en contacto.
Cumpleaños feliz
Es el cumpleaños de la Marquesa, y Lucrecia quiere una tarda majestuosa y más grande que ella. Querrá que salga Gonzalo de ella en plan sorpresa sesi. Seguro. Además, este año sí que quiere cumplir uno más: “De vez en cuando hay que dar una cucharadita de verdad”. Hernán está invitado al evento, pero no piensa ir. Sigue molesto, claro. Además, parte para una misión a Argel, sin Irene.
En pantalla aparece de repente una señora en plan loca que le manda una maldición a la Marquesa. Cuando el reloj marque las cinco, la fatalidad se cernirá sobre Lucrecia. Así, sin venir a cuento. Se rompe un jarrón y la chiflada desaparece.
A la Marquesa le regalas telas, prendas y un pavo real. A lo mejor para hacerse un tocado en plan María Jiménez. Catalina no quiere que celebre nada, por lo de la maldición, y como Lucrecia no su su brazo a torcer, llama a un cura que bendice cada rincón del palacio. Que eso nunca está de más.
Una de las criadas, limpiando la sala, toca sin querer el reloj y luego no se acuerda de la hora. La vuelve a poner con ayuda de Irene, pero mal. Llegada la hora, Lucrecia recibe las felicitaciones de media corte, mientras anuncia que tendrán una fantástica piñata. El toque picante lo pondrá una mascarada en plan carnaval francés. Cuando llegan las cinco, obviamente, no ocurre nada. Así que Lucrecia respira aliviada.
Engaños
Cuando son las cinco de verdad y replican los otros relojes, pilla a la Marquesa con una guinda de su pastel en la boca y empieza a atragantarse. Tiene que aparecer Hernán para hacer algo. Casi van de cumpleaños a un funeral, pero Lucrecia sobrevive y hará pagar por aquello a la que hizo la tarta, o a su familia (qué culpa tendrá también). Al descubrir que Hernán ya ha partido, va detrás de él en camisón y todo.
Si se queda, le dirá a Nuño que Hernán es su padre. Pero el ex comisario sabe que justo ahora no es el mejor momento, pues el joven se avergüenza de él. Dice que no, y se marcha, pero la Marquesa se cae del caballo, así que tiene que llevarla de regreso al palacio. Lucrecia ha tenido el peor cumpleaños ever. Y ahora encima no siente nada de cuello para abajo. La Marquesa tiene el record de dramas por episodio de España. Los Santillana son los Kennedy del XVII.
Sea como sea, Hernán decide que no puede dejarla así. Y se quedará en palacio. Y es entonces cuando descubrimos que Lucrecia puede mover perfectamente cada músculo de su cuerpo. ¡Todo ha sido un engaño! No sé por qué, pero me lo olía venir.
Beso, beso
La Superiora le da la sorpresa a Margarita: en tres días será ordenada monja, pero antes visitarán la Catedral de Toledo. Recibe otra sorpresa, la visita del Monseñor Adrián. La última vez que se vieron él estaba siendo crucificado y bueno, no quería que le recordase así. Y por eso le mete la lengua hasta el esófago, cosas de clérigos. Y ella tampoco se asusta oiga, que puestos a lanzarse... Claro, luego le pides perdón, pero que te quiten lo rezao.
Resulta que Adrián ha dejado de ser cura, como el que deja el hábito así en la percha y se desentiende. Por supuesto ha visto el cielo abierto (jeje) y tenía que probar en el tiempo de descuento de la soltería del Señor de Marga. Le informa que se va a las Indias, a ayudar a los indígenas, y que si quiere acompañarle. Y que la quiere.
ÁguilaN
En el pueblo, por otro lado, dicen haber matado al Águila Roja. Que sabemos que no es él, pero vamos, ¿ellos tampoco? ¿No le han visto pelear tantas temporadas y ahora se iba a dejar matar por esa panda? Obviamente aparece la mujer y les dice que el embozo del señor era por su profesión de minero y que han metido la pata hasta el fondo. ¿Y ahora qué?
Los carceleros de Santiago y Gonzalo traen a la sala un toro metálico que actúa de horno. Meten a gente allí y la asan. El primero es Gonzalo, que se hace el cocido y, cuando abren la escotilla, sale por todo lo alto pegando patadas otra vez. Llegan a casa del Águila2, donde encuentran una maqueta de la Catedral de Toledo, totalmente quemada. ¡Sorpresa!
Antes de partir hacia Toledo, Águila Roja (el bueno, el original) se encuentra con su hijo, Alonso. El joven está muy enfadado por aquello de matar a todos sus compañeros de clase y le apunta con un arma. Gonzalo falsea la voz, claro. Yo no entiendo a la gente: ¿te cuenta un viejo que el héroe ha matado a unos y ya está? ¿Es todo lo que necesitas para juzgar? Con las veces que le habrá salvado.
El rostro del mal
Parecía que no lo haría, pero Alonso aprieta el gatillo. Siempre la tiene que liar, de algún modo. Dispara a su padre (sin saberlo) por la espalda y el Águila (el bueno, el original) cae al suelo. Consigue escapar, pero por un momento… ¿Sabe Alonso que es su padre? ¿Lo llega a descubrir?
Por un momento, ambos con el mismo traje, no se sabe muy bien quién va ganando. Al final, es Gonzalo el vencedor cuando atraviesa con la catana al otro. Gonzalo se marcha de allí, jadeante, sin verle la cara al Águila2. “El rostro del mal siempre es el mismo”.El capítulo termina en plan Gonzalo recordando a sus alumnos con música country de fondo y Santiago se va y LLOREMOS. ¿Se recuperará el Águila de aquello?