Enfrentándose a los socialistas Esperanza Aguirre es espontánea, dura e impactante como un martillo pilón, mientras que Mariano Rajoy rehúye el choque con titubeos, lo que para muchos de los suyos es falta de vigor en el combate ideológico.
A pesar de haber iniciado una serie de importantes reformas sociales y económicas, todo lo más que se le saca son frases como: “No hay dinero, pero tengo capacidad para ir adelante con los cambios como se verá tras cada consejo de ministros”.
Luego, el silencio, el misterio, mientras Soraya Sáenz de Santamaría se enfrenta con saña en el Parlamento a la Soraya socialista, ambas con nombre tomado de la Princesa Triste de Persia, repudiada por el Sha Mohammad Reza Pahlevi por no darle hijos.
Aguirre, reelegida por tercera vez masivamente como líder del PP de Madrid, afirma que la libertad económica es la base de la prosperidad.
Y señala contundente que si en las regiones más socialistas como Andalucía el paro supera el 30 por ciento, su territorio, y a pesar de la crisis, está seis puntos por debajo de la media nacional porque su liberalismo atrae inversiones.
Para que Rajoy la ponga como ejemplo, y que lo siga, desgrana incansablemente sus logros, como la ampliación del Metro; la creciente enseñanza pública bilingüe; o la sanidad, con su docena de nuevos hospitales públicos, aunque de administración privada.
Combate así también al opositor del PSOE, Tomás Gómez, exalcalde que dejó su ayuntamiento arruinado y con servicios sociales embargados, y al que le muestra un mapa de municipios de hace doce años, casi toda la Comunidad en rojo, propiedad del PSOE, hoy con sólo unas pocas gotitas de sangre.
Quizás Rajoy no cree necesario demoler al rival, pero su parquedad dialéctica alarma a los suyos, que creen que puede vencer el combate ideológico diciendo, como Aguirre, que él es el verdadero progresista.
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SALAS