Aguirre y su piedra preciosa

Publicado el 01 junio 2010 por Rgalmazan @RGAlmazan

Recuerdo aquello que dijo el Papa Ratzinger, refiriéndose a los casos de pedofilia en la Iglesia Católica, aquello tan bíblico de: quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Fuimos muchos los que tiramos la piedra sin esconder la mano. Porque tiene delito que en vez de pedir perdón se intente extender la mierda entre todos, como si todos fuéramos pedófilos.

Bueno, pues aquello me ha traído a este episodio que se ha sabido hoy. Nuestra querida lideresa, tipití – tipitesa, hace tres años puso la primera piedra de la Ciudad de la Justicia en Madrid, esa magnífica ciudad que dijeron que era la mejor del mundo. Tal cual. Y en ese acto tan maravilloso y creativo de poner la primera piedra, en el que Dª Espe-rancia está tan familiarizada –recuerdo el tema de los hospitales que fueron inaugurados por partes y algunos llegaron a serlo siete veces—, la chiquilla se gastó, del dinero de los contribuyentes madrileños, hay que recordar que ella es “pobre de pedir”, la pequeña cantidad de 1.388.000 euros.

Vamos una tontería para un acto protocolario. Bueno, pues esa ciudad está absolutamente paralizada, ni se sabe donde estará la primera piedra, pero sí que se sabe que paso con ese millón trescientos y pico mil. Esa propinilla de nada, que se destino a los servicios audiovisuales y a otras zarandajas para promocionar esa “piedra preciosa” tenía como intermediario a un tal Ulibarri –¡oh casualidad!, implicado en el caso Gürtel—, cuya empresa de construcción Begar se adjudicó las obras de urbanización del Campus.

No es que lo diga yo, pero hay por ahí lenguas viperinas que dirían que esto, además de un derroche vergonzoso, es un caso de corrupción. Y es que hay gente de mala baba capaz de utilizar la insidia y la provocación por un milloncejo y pico de nada. Yo no, yo no me atrevería a decir tal cosa. Es, simplemente, otro caso de incomprensión de nuestra querida condesa, tipití – tipitesa.

Salud y República

P.D. En la caricatura, la Espe, pobre de pedir, barre ella solita, eso sí, barre para su casa ¡faltaría más!