La función terminó. Espero que haya pasado a un entremés, aunque lo único cierto es que tengo un par de velas encendidas.
Ahí va mi todo, pibe. Esto es el simple capricho de escritor, llamémosle un placebo para el espíritu para poder cargar pilas y esperar con ansias alguna bendita ocasión.
Pasa que uno se acostumbra a lo hermoso de la vida, a uno le gusta pasearse descalzo por el pasto y sentir la humedad de la tierra, el aire fresco, mirar al cielo y destilar melancolía. Pasa que luego, zas, tenes que estar atento a que no te caiga un chernobyl, que no estallé la burbuja de alegría porque después juntar cada pedazo es un quilombo...
El tema es que a uno le puede tu sonrisa, tu algarabía, ese despacho de cariño que despliega tu mirada inocente. Y después de todo, después de conocerte, uno se siente un poco más optimista porque se da cuenta que los milagros existen.
Pero mientras tanto, ahí va mi todo y me atesoro todo lo más lindo que es verte reír. Sí, mi (tu) perra te va a extrañar, van a extrañarte los libros de la biblioteca que caían cual terremoto mientras reías de loco que sos mientras sometías a los superheroes a un acto de supervivencia, aplastados sobre los libros de Scalabrini y Fermín Chavez. Y pensar que si alguien tocaba uno y lo sacaba de lugar me encajetaba pero con vos era todo deleite.
Van a estar esperándote las historietas que agarrabas y mientras las veías inventabas historias.
Van a estar bien guardados para la próxima el fantasma acolchado y el monstruo que golpea a la puerta.
En alguna oportunidad te explicaré sobre las esferas de dragón, sobre el poder de Grayskull, sobre la imposible patrulla X y sobre muchas cosas más que sospecho solo nos van a interesar a nosotros.
Por lo pronto, ahí va mi todo y espero que no me olvides.
Y, quizás, en el futuro sabremos comprender este momento con la máxima del hombre araña: "porque un gran poder conlleva una gran responsabilidad".