Muchacha griega (Korai)
Con tanta diversificación y aparición de nuevas disciplinas nos olvidamos que la utilización de tanta palabra inglesa enmascara conceptos ya sabidos, y me dirá mi amiga Pilar que es un idioma flexible y por eso la moda de su uso en numerosas materias. Pero como una cosa no quita la otra me he propuesto hacer “arqueología de los significados”. Ahora no me va a venir cualquier conferenciante o experimentado de turno a que se me quede cara de paisaje cuando le escuche decir en este caso –Coaching- por allí o –Coach- por allá. Vamos que ya estaba Sócrates con su Método y Retóricas entrenando al personal para buscarse la vida y que no se la dieran con queso.
Es un tipo de entrenamiento que se da en un entorno dado, consistente en un proceso interactivo (diálogo) y transparente (claro-razonado) mediante el cual el entrenador y la persona implicada buscan el camino más eficaz para alcanzar los objetivos fijados, utilizando sus propios recursos y habilidades.
Este proceso parte de la premisa de que la persona que recibe el entrenamiento es el individuo que cuenta con la mejor información para resolver las situaciones a las que se enfrenta. Por tanto, el entrenador asiste al sujeto a aprender de sí mismo. El método que empleaba Sócrates era el de la mayéutica o pregunta dirigida, con el que lograba, siguiendo una secuencia lógica de razonamientos y planteando hábilmente sutiles contraejemplos, que el discípulo encontrara su propia respuesta, la cual nunca recibía directamente de Sócrates sino que llegaba a ella como resultado de la investigación conjunta de maestro y discípulo, o grupo de discípulos.
Los problemas sobre los que dialogaba podían ser planteados por cualquiera de los participantes, o por el propio Sócrates. El diálogo socrático se desarrollaba aproximadamente de la siguiente manera:
DISCÍPULO: Sócrates, ¿qué es la virtud? SÓCRATES: ¿Qué crees tú que es la virtud? D: (tras algún titubeo) Creo que la virtud… es obrar bien. S: Ciertamente. Pero, ¿dirías tú que un hombre que obra bien por azar es virtuoso?D: No, no diría tal cosa. Parece que, para ser virtuoso es necesario obrar bien con conciencia de ello. S: Sin embargo, un hombre que obrara bien de manera plenamente consciente, tan sólo porque se lo ordena la ley, ¿es virtuoso?D: Sin duda que no. Al contrario, puede, ciertamente, ser un rufián. S: ¿Qué dirías tú que es la virtud, entonces? D: (tras algún titubeo) Creo, Sócrates, que la virtud consiste en obrar bien por el deseo sincero de hacerlo así, para lo cual no hace falta que la ley lo obligue a uno.S: Has dicho bien.
En este punto podría terminar el diálogo, o derivar, por ejemplo, hacia el problema de la necesidad o no de la existencia de las leyes, o hacia la búsqueda de una definición precisa del “bien”…
Es importante advertir que Sócrates no se limita a hacer preguntas, ni las formula al azar. Parte del principio de que quien se interesa por un problema posee, al menos, un preconcepto del mismo; en alguna parte, en algún contexto, ha tenido noticia de aquello que llama su atención. Alguna idea del concepto, por vaga que sea, debe tener. Sócrates explora primeramente cuál es esa idea, que será el punto de partida de su mayéutica. En el proceso, aprueba la respuesta del alumno cuando es correcta, pero le hace ver si es incompleta o errónea mediante contraejemplos que le hagan razonar adecuadamente. A través de un diálogo en aparente igualdad de condiciones, es Sócrates quien realmente dirige el proceso. El discípulo ignora cuál será el resultado, pero Sócrates sabe muy bien a dónde quiere llegar. Él conoce las respuestas, y guía la indagación del alumno al objetivo previsto.
Conseguir la capacidad física para participar y sobrevivir en combate, aprendiendo además las diferentes habilidades que se necesitan en tiempos de conflicto y crisis. Mejorar el rendimiento cotidiano para cubrir y desarrollar nuestras necesidades de supervivencia.
Carrera hacia la meta, resistencia en la lucha y persistencia en el diálogo. Hermosa paideia a la luz de un mar antiguo y un cielo abierto.