Por Juan Carlos Monedero*
Orden constitucional garantizado
Sólo los que llevan años deseando o buscando la muerte de Chávez están adelantando análisis. No hay mayor bondad en pretender dar por hecho lo que no ha sucedido. ¿Qué puede decirse entonces? El orden constitucional en Venezuela está garantizado. Los criterios jurídicos vinculados a la ausencia del Presidente son meridianos y el apoyo tanto del pueblo como del ejército a ese orden constitucional, no tiene la mínima fisura. No hay ninguna razón, salvo las malas intenciones, para cuestionar lo que queda bien reglamentado en el orden legal venezolano. Además de que sigue siendo cierto que lo mejor que le puede pasar a Venezuela y a América Latina es que el 10 de enero Hugo Chávez tome posesión de su cargo como Presidente.En los días que transcurran hasta la operación del Presidente, pareciera sensato legitimar políticamente la opción por Nicolás Maduro expresada por Chávez. Para ello, deben ponerse en marcha los órganos políticos dispuestos al respecto (especialmente, el Partido Socialista Unido de Venezuela, pero sin olvidar a las demás fuerzas que apoyan el proceso). El carisma del Presidente Chávez sirve para trasladar su compromiso con la Venezuela socialista a Maduro, como ocurriera con Lula y Dilma Russeff. Conviene, por tanto, respetar los procedimientos correspondientes, aún más cuando Maduro viene perfilándose desde hace tiempo como el sucesor natural de Chávez.La figura de Nicolás Maduro ha experimentado en los últimos años un enorme crecimiento político -como ha ocurrido con Evo Morales, con Rafael Correa o con Cristina Fernández-. En cualquier caso, los escenarios que podrían abrirse con la ausencia de Chávez del primer plano de la escena política le obligan a dilucidar algunos aspectos importantes que Chávez ha solventado con su enorme prestigio personal.En primer lugar, debe dejar claros los cauces por donde discurrirá la unión cívico-militar (que es un rasgo distintivo de la Venezuela bolivariana). En segundo lugar, sería importante una reconfiguración del PSUV de manera que las diferentes sensibilidades que siempre existen en todo proyecto político -y que en ausencia de Chávez cobrarán fuerza- encuentren su espacio de expresión. En tercer lugar, hay que dedicar muchos esfuerzos a la puesta en marcha del nuevo plan socialista (con el que se ganaron las elecciones) dando prioridad a las exigencias populares, ahondando en la eficacia gubernamental y permitiendo que los problemas existentes encuentren espacios públicos de expresión para que se conviertan en formas populares de evaluación de las políticas públicas (ahí está una de las garantías de la unidad popular). Por último -y en eso Maduro tiene mucho camino andado- es esencial que las diferentes formas de integración regional sigan avanzando. El continente latinoamericano le debe a Chávez tener hoy la mayor integración de toda su historia. La ALBA, el Mercosur, la CELAC son espacios que, lejos de detenerse, deben ahondarse. Todos estos asuntos tienen el sello de Chávez. Por eso Chávez llegó para quedarse. Hay líderes que marcan la historia. Y esos, por más esfuerzos que hagan, no se mueren nunca.Sea cual sea el desenlace físico -siendo el mejor, ver a Chávez ceñirse la faja presidencial el entrante 2013-, corresponde a todas y todos los venezolanos hacer un esfuerzo similar al de 2002. En aquel año, la misma oposición que ahora brinda con champán francés por el cáncer, dio un golpe de Estado que fue derrotado por el pueblo. Ahora, se trata de asumir la responsabilidad que les corresponde a todos y cada uno en este escenario complicado. Chávez ha hecho lo más difícil. Venezuela ahora tiene patria. Pero los enemigos siguen acechando. Es ahora, más que nunca, cuando Chávez y el pueblo tienen que ser lo mismo. Un pueblo que convierta su tristeza en herramienta política para ahondar en la transformación socialista de Venezuela contra todos los vientos del neoliberalismo. Esos de los que se liberó y que ahora está empezando a conocer la vieja Europa. (Tomado de Público)* Juan Carlos Monedero es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de MadridFuente: La Pupila Insomne
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