Si en vez de una película estuviéramos hablando de un plato de Master Chef los jueces lo tendrían muy fácil para emitir un veredicto: la prueba no ha funcionado, le falta algo, un ingrediente sin el cual no puede aprobar ¡la salsa del cine vamos! Con Ahora o nunca estamos ante una comedia que tiene como objetivo hacernos reír pero no lo consigue pese a que cuenta con el gracejo del ya conocido monologista y ahora también actor Dani Rovira. Yo que soy un firme defensor de la guasa andaluza de este señor, tengo sin embargo que suspenderle y no porque no intente lucirse cada vez que le dejan sino porque el guion es tan plano y tan carente de personalidad que ni tan siquiera poniendo todo el arma como diría él consigue salvar el film.
La historia es tan repetitiva que apenas si merece comentario alguno. Chico conoce a chica en el extranjero (Inglaterra vuelve a ser foco de interés para una comedia romántica española como ya lo fuera en Fuga de cerebros) chico y chica se enamoran mágicamente y chico y chica desean casarse en el lugar donde se conocieron. Ese es el comienzo de la historia, el final ya podemos suponerlo y lo que acontece entre medias también (un viaje accidentado en el que todo le sale mal al novio y una novia que tiene que intentar enmendar un error imprevisto).
Salvando la buena banda sonora, que lo es, plagada de temas muy interesantes y conocidos por todo el público, lo demás se convierte en un despropósito de lo que quiere y no puede hacer la directora. Quiere que pasemos un buen rato pero consigue que nos aburramos sobremanera y nos amodorremos en la butaca esperando el final que ya intuimos y que no sorprende en absoluto.
Sin duda lo único rescatable de Ahora o nunca son las interpretaciones de algunos de los secundarios entre los que destacan Yolanda Ramos, Anna Gras o Jordi Sánchez, conocido por su papel de Antonio Recio en La que se avecina y que ponen el toque de humor con sus frases ingeniosas o su peculiar spanglish. Por el contrario no vemos por ningún lado ningún tipo de química entre la pareja protagonista por mucho que María Ripoll recurra a la cámara lenta para potenciar esa unión. Esto me hace recordar del exitoso film Ocho apellidos vascos donde los chistes entre ellos si tenían gracia y donde nos creíamos la relación de los dos novios, de hecho salieron como pareja en la vida real de dicha película.
Normalmente suelo sacarle alguna virtud a todo aquello que veo en una sala oscura de cine pero aquí es difícil encontrarlo. Ni me gusta el guión de Ahora o nunca ni la puesta en escena ni la manera en que ha dirigido el cotarro María Ripoll, una lástima porque prometía mucho pero no cumple con los mínimos. Ni tan siquiera el viaje sirve para deleitarnos con algunos paisajes de Amsterdam o Inglaterra o con costumbres que no conozcamos. Tira de tópicos como la ingesta de drogas legales o carreras detrás de un queso que ya conocemos por la televisión. Habrá que esperar a la segunda parte de la citada Ocho apellidos vascos para ver una buena comedia española. ¡El año se me va a hacer larguísimo!