Lo peor de todo no es que las empresas ya no se molesten en disimular sus intentos por lavarnos el cerebro a todos, no, sino que estoy segura de que habrá gente que pensará que esa reflexión es cierta. Habrá gente que ante semejante patraña moverá la cabeza en señal de asentimiento y dirá que sí, que es verdad, que la publicidad es un medio para practicar la libertad de expresión, cosa que creo que ocurrirá porque, entre otras cosas, la libertad de expresión es un terreno pantanoso y delicado sobre el que hay que andar con el calzado adecuado si no se quiere caer en algún pozo sin salida. La libertad de expresión tiene una finísima linea que cuando se traspasa puede llevar al insulto y a la difamación o la humillación ajena y diferente definición y contenido dependiendo de quien la practique y dónde. Ahora bien, yo tengo claro, y espero que muchos otros también, que devanarse los sesos intentando vender un producto no tiene nada que ver con la libertad de expresión. En todo caso tendrá que ver con la libertad de creación o con la libertad para intentar manipular a los demás para que compren lo que sea, pero con la de expresión seguro que no. En los anuncios no se dicen grandes verdades ni se expresan grandes opiniones ni se hacen declaraciones de principios ni nada por el estilo. En los anuncios se intenta vender algo, y punto. No son oasis de libertad y reivindicación, son mini películas hechas para que compremos cosas que necesitamos y que no necesitamos. Comparar algo tan valioso y que ha costado tanto conseguir ( y sigue costando en algunos lugares) como la libertad de expresión con el arte de hacer que la gente compre lo que sea es escalar un nivel más en la montaña de manipulación y falsedad que nos rodea a todos. Después de oír algo así ya no nos debería quedar ninguna duda para concluir que las multinacionales piensan que somos tontos y que lo único que somos capaces de hacer es trabajar, comer , cag... y consumir. Ya no se molestan en meternos sus patrañas a través de mensajes subliminales, que va, a hora ya las dicen descaradamente convencidos de que los que estamos al otro lado podemos creernos cualquier cosa que nos digan, lo que sea. Su desprecio por nuestra inteligencia y nuestra capacidad de análisis es tan grande que ya no se esfuerzan en engañarnos con elegancia. Los publicistas ya no son esos señores creativos y entusiastas de la venta que salen en la serie "Mad Men". Ahora son señores y señoras convencidos de que todo vale y de que los consumidores estamos por debajo de ellos en muchos sentidos, especialmente en el mental. Por eso les da por hacer anuncios en los que salen señores y señoras ataviados con batas blancas con un rótulo señalando que son técnicos de esto y de aquello para convencernos de que comprar ese lavavajillas o esa lavadora es comprar algo con una garantía profesional que no veas, o anuncios en los que señoritas de quince años publicitan cremas para las arrugas y se las ponen sobre sus púberes pieles para convencernos de que son efectivas. Algunos dirán que el marketing es un arte como otro cualquiera. Yo creo que no lo es porque se dedica a intentar vender y no a crear algo nuevo, pero esto es mi opinión personal y puedo estar equivocada, claro. El arte es un terreno tan pantanoso como la libertad de expresión, tan pantanoso y tan lleno de confusión que un guisante pegado en un lienzo puede ser arte para unos y chorrada monumental para otros. Es posible que las cabezas pensantes de las empresas, esos niños y niñas que han hecho marketing porque les han dicho que es una carrera con futuro, ( jajajjaja) hayan llegado a la conclusión de que todo vale o también es posible que se lo hayan dicho sus jefazos, pero sea como sea no se puede insultar a la cara a toda la gente que ha luchado y lucha para que la libertad de expresión sea una realidad intocable y universal diciendo que los anuncios, esas mini películas de dudoso gusto, son necesarias para que los demás podamos expresar lo que queramos. Algún día de éstos nos dirán que es bueno auto mutilarse porque así la sangre se limpia y que hay que hacerlo con los cuchillos de una determinada marca y también nos lo tendremos que creer... ¿Llegaremos a eso? A este paso sí...
Tengo sesenta años y la piel de una de quince... Gracias a esta crema, tontos...