Que no nos representan, que no, que no... es un lema coreado por miles de voces en las cada vez más frecuentes manifestaciones de indignación ciudadana. PSOE y PP son los términos intercambiables del binomio bipartidista que se va alternando en el presunto papel de representantes del pueblo. Pero a la ahora de la verdad, lo único que representan es una farsa, y no la voluntad soberana. Su mayor fidelidad es hacia los intereses creados por el mundo de los negocios. ¿Era la voluntad de los 6.973.880 votantes del PSOE el 20-N indultar a un banquero?
Apenas si ha transcurrido una semana desde las elecciones generales que otorgaron holgada mayoría parlamentaria al Partido Popular. Echando una ojeada a los periódicos y aplicando la oreja a los informativos radiofónicos, parafraseando a don Jacinto, uno no puede por menos que exclamar: He aquí el tinglado de la antigua farsa.
Acto I: Mariano Rajoy, primer ministro in pectore del próximo Gobierno de España, ha decidido mantenerse alejado de la vida pública y los focos mediáticos hasta que se produzca su investidura efectiva. Una decisión tan buena y respetable como otra cualquiera, habida cuenta de que para despachar los asuntos de oficio, sigue estando en funciones el gabinete anterior.
Durante este tiempo, Rajoy podría tomarse unas vacaciones para coger fuerzas de cara a la ardua tarea que le espera. O realizar un curso acelerado de inglés, cosa conveniente para un gobernante que, según dijo en campaña, aspira a situar a España en los primeros niveles del ranking internacional. Todo esto también sería bastante respetable.
Sin embargo, Rajoy ha elegido cultivar la amistad de gente tan poco respetable como los banqueros. Así ha llamado a su despacho al menos a tres de los principales ejecutivos de banca del país: en primer lugar a Rodrigo Rato, ex ministro económico con Aznar que malvendió las joyas de la corona y consolidó los monopolios, desertor del Fondo Monetario Internacional y presidente nombrado a dedo de Bankia, grupo formado tras la demolición de Cajamadrid. Ha hecho lo propio con Francisco González (BBVA) e Isidre Fainé (La Caixa). Puede que otros banqueros hayan acudido también a Génova, porque el secretismo es total y el PP no informa oficialmente de estas reuniones.
Acto II: El Gobierno en funciones, presidido por Rodríguez Zapatero, que se supone está para despachar meros asuntos de trámite, acaba de tomar la decisión, perpetrada en el pasado Consejo de Ministros, de indultar a Alfredo Sáenz. Otro pájaro del mundo bancario condenado por los tribunales por un delito extremadamente grave. Nada más y nada menos que efectuar una denuncia falsa contra un empresario que —el corrupto Estevill mediante— acabó dando con sus huesos en la cárcel. El consejero delegado del Santander había sido condenado a tres meses de arresto e inhabilitación temporal por un delito de acusación falsa. El indulto contaba con el informe favorable del Ministerio Fiscal y desfavorable por parte del Tribunal Supremo.
Intermezzo: Los que se van del Gobierno indultan a un banquero, y los que van a entrar miran para otro lado, amparándose en que todavía no gobiernan. Pero no paran de estrechar manos de banqueros. Pues crecen los indicios de que el PP pretende crear un banco malo para enjugar los activos basura de los bancos con dinero del contribuyente. Otros 100.000 millones de euros añadidos a las cuantiosas ayudas ya proporcionadas con dinero público a los bancos hasta ahora.
Decía Rousseau —y habré de volver sobre ello — que "la soberanía no puede ser representada, por la misma razón por la que es inalienable; consiste esencialmente en la voluntad general y a la voluntad no se la representa: es una o es otra". No obstante, por falta de formación política y comodidad, la mayoría de nosotros hemos aceptado una versión de democracia representativa, entendida como elección periódica de unos mandatarios, es decir, unos "mandados" para que se ocupen de las cosas del Gobierno. Que no del Palacio, que a éste no lo elegimos.
¿Es compadreando con banqueros mientras preparan severas purgas contra el bienestar del pueblo como entienden el mandato de la soberanía popular? ¿Es así como nos representan? Más bien parece que lo único que están representando es una lamentable farsa.
Ah, se me olvidaba, el parafraseo inicial es de la obra Los intereses creados, de don Jacinto Benavente. Cuyo inicio es un hermoso homenaje al mundo del espectáculo, a la bohemia. Dice así:
He aquí el tinglado de la antigua farsa, la que alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinantes, la que embobó en las plazas de humildes lugares a los simples villanos, la que juntó en ciudades populosas a los más variados concursos, como en París sobre el Puente Nuevo, cuando Tabarín desde su tablado de feria solicitaba la atención de todo transeúnte, desde el espetado doctor que detiene un momento su docta cabalgadura para desarrugar por un instante la frente, siempre cargada de graves pensamientos, al escuchar algún donaire de la alegre farsa, hasta el pícaro hampón, que allí divierte sus ocios horas y horas, engañando al hambre con la risa; y el prelado y la dama de calidad, y el gran señor desde sus carrozas, como la moza alegre y el soldado, y el mercader y el estudiante. Gente de toda condición, que en ningún otro lugar se hubiera reunido, comunicábase allí su regocijo, que muchas veces más que de la farsa reía el grave de ver reír al risueño, y el sabio al bobo, y los pobretes de ver reír a los grandes señores, ceñudos de ordinario, y los grandes de ver reír a los pobretes, tranquilizada su conciencia con pensar: ¡también los pobres ríen! Que nada prende tan pronto de unas almas en otras como esta simpatía de la risa.
Acto III. Donde debería cobrar protagonismo directo el pueblo.
Ante tan lamentable situación, los pobres, que cada vez somos más, tenemos que utilizar también el recurso de la risa. No para tomarnos a chacota lo que cada día se convierte en amenaza para nuestra existencia. Debemos reir para relajar nuestra mente y nuestros miembros antes de dar una adecuada respuesta a tanta iniquidad o injusticia. Y puestos a dramaturgias, no me cansaré de recomendar como manual de acción política el Coriolano, de Shakespeare:
Los patricios son tenidos por buenos ciudadanos; nosotros somos los pobres ciudadanos. Con lo que sobra a los poderosos bastaría para socorrernos. Si tan sólo nos dieran lo que les es superfluo mientras estuviese en buen estado, podríamos creer que nos auxilian por humanidad; pero piensan que somos demasiado caros de sostener. La delgadez que nos devora, el espectáculo de nuestra miseria, son como el inventario encargado de mantener detallada la cuenta de su abundancia. Nuestro sufrimiento constituye provecho para los tales. Venguémonos con nuestras picas antes de vernos reducidos a esqueletos; porque saben los dioses que cuando hablo así es porque tengo hambre de pan y no sed de venganza.
William Shakespeare, Coriolano.