Ahorra En Recursos Personales

Por Laumiau @cosasdetias

Cada persona cuenta con recursos personales para hacer frente a los retos que ofrece cada nuevo día. Por poner un primer ejemplo, el hacer frente a ese tedioso tráfico que sólo hay por las mañanas, donde más que conductores adormilados encontramos a malhumorados seres que con enorme facilidad muestran sus dientes y el dedo corazón según va cambiándose mil veces de carril (acordándose además de tu santa madre, todo hay que decirlo). Otra situación a la que enfrentarse es el lugar de trabajo, donde los compañeros suelen escatimar por su ambición y su enorme placer en mirarse su ombligo desechando cualquier intento de trabajar en equipo y donde los superiores suelen tener las orejeras de yo no escucho nada porque siempre tengo razón y soy yo el que hablo al tener la verdad absoluta. Estos son “típicos y habituales” y consumen muchos recursos personales.

Luego están los ejemplos de imprevistos, tales como levantarse con un enorme dolor de cabeza, o darte cuenta que el día anterior fue el cumpleaños de un gran amigo y no lo llamaste, dar la bienvenida a nueva cana o a un osado michelín, que tu madre te llama y te saca de quicio por cuarta vez, que cuando vuelves de trabajar solo hay facturas en el buzón y la última es una multa (¡mierda!), que abres el correo electrónico y descubres que tu mejor amiga es paloma de la vega de la web de outlet, que estrenas unas deportivas y de regreso a casa pisas una caca de perro, etc. Estas situaciones son las que minan nuestra paciencia, nuestras habilidades sociales, nuestra educación, nuestro saber estar, incluso nuestro humor, pero son las “normales” de esta gran aventura que es el vivir.

Pero con las que no puedo y nunca podré, son las situaciones idiotas en las que encima discutes y ves que no sirve para nada. ¿Cómo explicarlas? Pues que son las fenómenas en cambiarte el humor para todo el día, que sabes que no merecen la pena  pero te tienen todo el día de mal humor y venga a recordarlas en un rum-rum /come come en la cabeza, que para más inri, además te autodestruyes diciendo lo idiota que ha sido tu comportamiento, y la de cosas que tenías que haber dicho y hecho y que no dijiste ni hiciste, porque la propia sorpresa de verte inmerso en tal gilipollez te tiene eclipsado. Os cuento la última mía.

Estoy en la gasolinera, que cuenta con ocho surtidores y sólo estoy yo. Vuelvo de pagar, subo al coche, y antes de arrancar, atiendo a mi bebé. Me dispongo a salir, y “me pitan”. Automáticamente, miro por el retrovisor escaneando la cara del que me ha pitado dando por hecho que será un conocido que se ha puesto tan contento de verme que incluso me ha pitado. Pero no!!!! es una ciudadana (lo de llamarla señorita o señora me parece excesivo en este caso) que empieza a apremiarme para que salga ya. Arranco y muevo el coche y me dispongo a irme, pero de repente digo, pero si está la gasolinera vacía!!!! Tiro de freno de mano, salgo del coche y le informo amablemente que si no se ha dado cuenta que el resto de surtidores están a su entera disposición, y es cuando descubro su enorme nobleza porque me piropea diciéndome que soy una espabilada a la hora de salir y que ella había elegido ese!!!! En décimas de segundos, decido que no merece la pena seguir manteniendo esa situación tan “made in torrente” y decido marcharme. ¿Para qué discutir con alguien que no ofrece argumentos interesantes?

Sabiamente, y sobre todo, por salud mental, te aconsejo que no malgastes recursos personales en situaciones idiotas y con personas necias, porque no merece la pena argumentar con quien no muestra argumentos, y porque “de donde no hay no se puede sacar” como decían nuestras abuelas. Tu humor es muy importante y hay que saber dónde gastarlo. Por ello, piensa con quién, cuándo, dónde y en qué quieres gastar tus recursos personales cada día. Carpe diem.