Se estima que se alcanzará unos 70.000 resultados analíticos de aditivos, lo que permitirá determinar las concentraciones reales de estas sustancias en los productos seleccionados así como corroborar la metodología desarrollada.
La nueva herramienta multi-analítica, basada en la electroforesis capilar, reducirá sustancialmente el tiempo de análisis y mejorará de forma significativa la eficacia del control sobre los contenidos y cantidades de aditivos en los alimentos respecto a los métodos convencionales, siendo además, más ecológica y económica.
El proyecto, que tiene una duración de más de un año y cuenta con la colaboración de la Universidad de Valencia, validará el método desarrollado bajo protocolos internacionalmente existentes y aceptados (IUPAC, ISO, AOAC).
El proceso de autorización de nuevos aditivos “lleva implícitos suficientes controles para que tengamos la tranquilidad de que los aditivos empleados en los alimentos que consumimos en la UE son seguros”, según las fuentes.
Europa sólo admite algunas sustancias como aditivo alimentario y, dentro de éstas, también regula las cantidades máximas de ciertos aditivos que pueden añadirse a los alimentos.
Este tipo de control, según Ainia, “es fundamental para corroborar qué aditivos tiene el alimento, si hay correspondencia con los que figuran en el etiquetado y si las cantidades que contiene el producto son las que están reguladas por ley”.
Un aditivo alimentario es toda sustancia que, sin constituir por sí misma un alimento ni poseer valor nutritivo, se agrega intencionadamente a los alimentos y bebidas en cantidades mínimas con objetivo de modificar sus caracteres organolépticos o facilitar o mejorar su proceso de elaboración o conservación.
Fuente: Agroinformación