Ya los títulos de crédito iniciales de “Air” suponen, además de una introducción, un nostálgico homenaje a la década de los ochenta. El cine, la música, la política y la información del año 1984 sirven como prólogo al relato de la empresa Nike, que por aquel entonces no dominaba aún el mercado de las zapatillas deportivas en el ámbito del baloncesto, pero que logró convencer a la joven promesa Michael Jordan para que firmase un contrato de patrocinio con ella. Los hechos narrados dieron origen a una de las operaciones comerciales más importantes de finales del siglo XX. Las denominadas “Air Jordan” situaron a Nike como líder indiscutible del mercado y convirtieron al astro de la canasta en una de las más millonarias estrellas del deporte.
La dirección del film corre a cargo de Ben Affleck, limitado intérprete aunque interesante cineasta, capaz de lo mejor y de lo peor, y cuya carrera profesional resulta irregular y desconcertante. Sus trabajos en la realización de títulos como “Adiós pequeña, adiós”, “The Town, ciudad de ladrones” y “Argo” han acreditado una solvencia y unos niveles de calidad destacados. Con dos Oscars en su haber (uno por el guion de “El indomable Will Hunting” y otro por la producción de “Argo”), sin duda se ha ganado un lugar en la industria del Séptimo Arte. Por el contrario, en su faceta interpretativa, salvo cuando se contiene y se centra en los personajes, suele pecar de excesivo y reiterativo, a causa de sus forzadas gesticulaciones. En este caso concreto, naufraga de nuevo como actor, pero mantiene cierto pulso tras la cámara, firmando una cinta amena y divertida aunque, en demasiados aspectos, edulcorada y artificial, en su afán de alabar el sueño americano y mostrar su cara agradable y bonachona. Bien es cierto que en diversas secuencias obtiene las sonrisas del público, incluso las risas, dejándose llevar por el disfrute de una propuesta agradable y bienintencionada.
Se trata de un pasatiempo con tintes de moraleja y de loa a esa clase media norteamericana que alcanza el triunfo a base de tesón e ideales, si bien basta empezar a rascar un poco para encontrar numerosos errores y objeciones. Sin embargo,el tono gracioso de la narración favorece la benevolencia de unos espectadores que se limitan a regocijarse. Cabe reconocer su energía contagiosa y el motor nostálgico de quienes vivimos aquella prodigiosa etapa, por lo que no procede manifestar severidad alguna.
Basada en hechos reales, la estructura de la cinta transmite veracidad y en sus títulos de crédito finales se intercalan fotos de figuras conocidas y videos del propio Jordan. Aun así, se aleja de los grandes trabajos de Affleck como director. No posee la intensidad, la profundidad de los perfiles, ni el ritmo de sus mejores obras, pero resulta simpática y plena de empatía.
La estrecha amistad personal y el fructífero vínculo artístico entre Ben Affleck y Matt Damon son públicos y notorios. Ambos han colaborado reiteradamente como escritores, actores y productores, y se aprecia su sintonía y complicidad. Damon, superior interpretativamente a su compañero, lleva el peso actoral del largometraje. Además de la estatuilla conjunta por el guion de “El indomable Will Hunting”, cuenta en su filmografía con notables actuaciones en “Rounders”, “El talento de Mr. Ripley”, “Syriana” o la saga de Jason Bourne. En “Air” combina humor y emotividad con aparente facilidad.
Con papeles secundarios les acompañan Jason Bateman (“Juno”, “La sombra del reino”), Chris Tucker (“El lado bueno de las cosas”, “El quinto elemento”) y Gustaf Skarsgård (visto en la serie televisiva “Vikingos”, hijo de Stellan Skarsgård y hermano de Alexander Skarsgård). Figura asimismo Viola Davis, Oscar a la mejor actriz por “Fences” y con una amplia experiencia dando vida a progenitoras negras con carácter. En este caso encarna a la madre de Jordan, corresponsable al parecer de la firma de su hijo con Nike.