Hoy vamos a hablar de una de las películas patrioteramericana por excelencia. También habría otras como Independence Day, pero no vamos a hablar de la de Roland Emerich en este momento, si no de la que hizo su compatriota Wolfang Petersen (ambos nacieron en Alemania), Air Force One. Película divertida donde las haya y rozando la ciencia-ficción en no pocos momentos. No es que veamos un futuro cercano donde las máquinas dominan a la humanidad, pero sí un presidente de los Estados Unidos más audaz que McLane en una convención terrorista, alejado de la realidad como todos sabemos.
Ahora bien el divertimento al que hago referencia es precisamente ése, el del cachondeo -consciente o no- que Petersen hace al mostrarnos los signos patriotas elevados al cubo al que hacen referencia en su película. Además, hablamos de uno de los últimos éxitos (y ya ha llovido ya) de Harrison Ford. Si es que no hay nada que venda mejor que ser presi de los EE UU y ser padre de familia.
La premisa es bien sencilla. Harrison Ford es el mandamás de la primera superpotencia del mundo. Tiene esposa y una hija. Gary Oldman es un terrorista más malo que un dolor de tripas. Cogen “prestado” el avión del presidente, el Air Force One. Evidentemente hay exigencias y les importa tres pitos que Indiana Jones haga caso omiso a lo que quieren. En la realidad un presidente se lo haría encima y olería peor que el sobaco de Neo después de pelear con 100 agentes Smith, pero aquí Ford se acuerda que estuvo buscando El Arca Perdida y se enfrentó con una secta de hindús muy cabroncetes en la secuela, así que nada le impedirá sofocar los siniestros planes de Oldman-terrorista.
Visto así la peli tiene un humor que para sí lo querrían muchas comedias que quieren incitar a la risa y el cachondeo. Por lo increíble de las situaciones y por el tufo risible que nos deleitan los diálogos que ofrece Glen Closse y los títeres que le acompañan. Es lo de siempre, los americanos buenos ganan y la sala (da igual el sitio) se llena de “¡bravo, bravo, bravo!!!” o “siiiiiiiiii”. Hablo de la sala donde están reunidos los militares y altos mandos, no de la sala de cine. He considerado importante explicar eso.
Creo que las cosas tienen que ir en su justa medida. O como me dijeron una vez “ni calvo, ni dos pelucas”. Ni me gusta el excesivo patrioterismo que veo en algunos americanos, ni me gusta el excesivo desprecio que hay aquí por la bandera española (sales a la calle con una y te tachan de facha a las primeras de cambio). Como digo, ni blanco ni negro, puede haber gris.
Sin embargo, si quitamos ese tufete mil y una vez visto (recientemente en Transformers 3 he visto muchos detallitos de ese tipo) la película de Petersen tiene momentos de acción que pueden satisfacer. Tiene esa tensión que mantiene al espectador pensando como saldrá victorioso el nuevo Cid Campeador de turno. Y por supuesto no cabe la menor duda de que es un producto tan digerible como olvidable en líneas generales. Tan sólo nos vendrá a la mente “aquella película en la cual Harrison Ford hacía de presi americano y les daba al pelo a unos terroristas”. Con lo que igual los creadores de Air Force One consiguieron lo que querían, demostrar que el Jefe de Estado es un ejemplo para todos y que el pueblo americano estará siempre seguro.
Por supuesto, nunca me he llegado a imaginar en dicha situación a Clinton, Bush, Obama, González, Aznar o Zapatero, entre muchos otros. Creo que estoy muy arrejuntado a la realidad cuando salgo de una sala de cine.
Fdo: Snake