La ciudad de Ajaccio, es la capital política y cultural de la isla de Córcega. Renombrada por ser el lugar de nacimiento de Napoleón Bonaparte, las plazas y las calles de Ajaccio rinden homenaje al conquistador que nunca regresó a su hogar. Con una superficie de 8.700 Km2, dispone de 1.047 Km., de playas. Por superficie es la tercera isla del Mediterráneo occidental detrás de Sicilia y Cerdeña.
Localizada a lo largo de la costa oeste de Córcega, Ajaccio está cerca de playas acogedoras, altas montañas y extraordinarios cañones. Corse, como se pronuncia en francés, tiene una geografía diversa como la de otros países más grandes. Con más de 800 kilómetros de litoral, la isla está ocupada por grandes bosques de pinos e incluso con montañas para esquiar en invierno.
En su interior maravillas naturales como los Cañones de Prunelly, Les Calanches, forman un espectáculo pintoresco de montañas rojas de granito que destacan sobre el azul del agua del Mediterráneo. Se dice que el color de las montañas de Les Calanches cambia con el movimiento del sol. Ya en el siglo VI A.C., los griegos llamaron a Córcega “Kalliste”, la bella.Breve introducción histórica. Se cree que los corsos originales se remontan a la edad de piedra. El análisis por radiocarbono indica que simples ollas de cerámica encontradas en la isla tienen 7.500 años de antigüedad y las piedras megalíticas de la isla se formaron aproximadamente 3.500 años A.C. Esta cultura, relativamente tranquila, floreció por miles de años hasta que la isla fue invadida por los Torreens, quienes trajeron armas de bronce.Los griegos colonizaron Córcega, aproximadamente 600 años A.C. y empezaron a utilizar la isla como una ruta principal de comercio. Los etruscos y los cartaginenses se establecieron en ella al darse cuenta de los vastos recursos naturales. Durante las Guerras Púnicas, del tercer siglo A.C., Córcega fue dominada por el Imperio Romano, que esclavizó a la mayoría de los corsos indígenas y declaró a Córcega y Cerdeña como una sola provincia romanaUna rebelión corsa contra las fuerzas romanas a los 175 años A.C. terminó en la aniquilación de la mitad de la población nativa. Los corsos sobrevivientes se refugiaron en el interior de la isla.Con la caída del Imperio Romano, Córcega fue frecuentemente atacada por los vándalos, godos, bizantinos y los lombardos. Además, la isla sufrió epidemias de malaria. Los musulmanes conquistaron Córcega durante el siglo IX y fueron crueles con la población matando a miles de nativos y castigando a aquellos que practicaban el cristianismo. Una vez más los corsos nativos huyeron hacia el interior.Una campaña militar, de más de veinte años, emprendida por los nativos y dirigida por el noble romano, Ugo Della Colonna, forzó a los musulmanes a abandonar la isla. Así es como da comienzo la larga historia de resistencia de los nativos de la isla contra la ocupación extranjera. El dominio de Córcegacayó en manos del poder marítimo de Pisa, dándose cuenta de las excepcionales rutas de comercio que posee la isla. Este dominio fue efímero debido a la invasión genovesa que tomó el control de Córcega.Durante el dominio genovés, que dura desde el siglo XIII hasta mediados del siglo XVIII, la isla cayó en una guerra civil. Este conflicto aumentó cuando el Papa otorgó los derechos de Córcega al rey de Aragón, Jaime II. Las rebeliones fueron comunes cuando los nativos empezaron a ser manipulados por genoveses y españoles. En 1.755, los isleños dirigidos por Pasquale Paoli declaran la independencia de la isla. Sin embargo los genoveses mantuvieron la posesión de Córcega hasta 1.768, cuando el Tratado de Versalles da la posesión de la misma a los franceses. Estos, invaden la isla con una cantidad enorme de soldados y, hasta hoy en día, la siguen dominando.Hoy en día, la demanda corsa por la independencia es un punto de disputa entre los nacionalistas y el poder central francés. El símbolo nacional, la cabeza de un musulmán adornada con una cinta, se puede ver en camisetas y banderas representando el amor por la libertad que mantienen los nativos.Un paseo por la ciudad. La ciudad se puede recorrer tranquilamente sin necesidad de excesivos esfuerzos. En nuestro caso, nada más desembarcar y exactamente en el muelle Napoleón, que según avanzas hacia tu derecha cambia de nombre a muelle de la República y después a muelle de L`Herminiere, decidimos coger un autobús turístico (10 €) para hacernos una primera idea de la ciudad. El recorrido dura una hora y media y lo más interesante, es que se desplaza hacia las afueras hasta divisar las Isles Sanguinaires en el extremo oeste del Golfo de Ajaccio y la Punta de la Parata (torre genovesa de vigilancia). Cierto es que solo puedes bajar 15 minutos, lo justo para unas fotos, pero si el tiempo de estancia, como era nuestro caso, es reducido merece la pena. También existe otro recorrido con el clásico tren turístico o tomar el autobús de la línea número 5 que te lleve hacia las islas en un recorrido de unos 7 Km.Al retorno del bus te topas enfrente con la Place du Foch, mirando de frente a la bahía. La plaza, estilo rambla, viste sus laterales con palmeras y en su fondo encontramos la primera estatua dedicada a Napoleón, quien vestido con una toga romana se alza sobre una fuente con cuatro leones. En el margen derecho del boulevard se encuentra el Hótel de Ville. Es el Ayuntamiento y en su primer piso, en el salón Napoleónico, se exhibe el acta de nacimiento de Napoleón así como retratos de la familia y una colección de medallas militares. Por detrás del Ayuntamiento encontraréis la Oficina de Turismo, en el Blv. Du Roi Jerome.Dejemos el casco viejo de Ajaccio para lo último.En perfecta perpendicular a la Place Foch, recorreremos a pie una larga avenida que va cambiando de nombre: Av. Du Premier Consul, Av. De París, Cours Grandval y, finalmente, Cours General Leclerc para encontrarnos con la La Grotte, en la misma Place d’Austerliz. Allí se sitúa el monumento más grandioso, construido en 1.938, en homenaje a Napoleón. La estatua le representa de pie en una pirámide blanca y en su postura más familiar. Al parecer el sitio era dónde le gustaba jugar de niño. Estamos en uno de los extremos de la ciudad por lo que, para no volver por el mismo sitio, os sugiero tomar el Bv. Madame Mere (madre de Napoleón) para regresar por el bonito Paseo Marítimo disfrutando de sus playas (Trottel, Miot y, la más larga, Saint-Francois).A la mitad del recorrido de la playa Saint Francois, en el Bv. Pascal Rossini, a vuestra izquierda encontraréis la Place De Gaulle. Es una de las plazas principales de Ajaccio, conocida también como Place du Diamant, y en este caso la estatua rinde homenaje a Napoleón Bonaparte, vestido como el Emperador de Roma y acompañado por sus cuatro hermanos. Desde allí tenemos unas excelentes vistas del mar.De nuevo bajando al Paseo Marítimo seguiremos a pie hasta llegar a la Cathedrale. Del siglo XVI, está situada en la ciudad vieja. Está dedicada a “La Madonuccia” o “Madona Pequeña”, patrona de la ciudad. Su construcción no tiene nada de particular y, dentro de ella, como elementos más interesantes se encuentra una pintura de Eugéne Delacroix, “Virgen del Sagrado Corazón” y, a la derecha de la entrada principal, la pila bautismal dónde Napoleón fue bautizado en julio de 1.771. Muy cerca de ella se encuentra la Iglesia de San Erasmo.Ya en el punto más extremo del Paseo Marítimo se localiza la Citadelle (Ciudadela). Es una construcción defensiva, de forma hexagonal, construida en 1.492. Nos adentramos en el corazón de la ciudad vieja, con calles estrechas y entrelazadas para visitar la Maison Bonaparte, en la calle Rue de Letizia. Allí nació Napoleón, el 15 de agosto de 1.769, como lo indica una placa sobre su fachada. Enfrente, en un pequeñito jardín un pequeño busto en homenaje a su madre. Dentro de la casa se exponen los retratos de la familia, muebles y recuerdos de la época.De nuevo en Place Foch, si tomamos a la derecha la Rue Fesch, nos dirigiremos al Palais Fesch. Es el mejor museo de la ciudad y en su momento fue el hogar del cardenal José Fesch, tío de Napoleón. Posee una estupenda colección de pinturas italianas, incluyendo obras de Tiziano y Botticceli, solo superadas por el Museo del Louvre. Muchos de estos cuadros fueron botines de guerra regalados por Napoleón a su tío. Aquí también se ubica La Chapelle Impériale, capilla funeraria de los Bonaparte, y donde se encuentran enterrados los padres de Napoleón, Carlo y Leticia, así como otros miembros de la familia. Conforma el ala derecha del Palacio Fesch y está declarada monumento histórico.Otros museos a reseñar son el Museo Capitellu, de carácter privado, y dónde se explica la historia de la ciudad y el Museo A. Bandera dedicado a la historia de Córcega.Nos vamos de compras.En pleno centro, recorriendo Rue de Fesh, Rue Bonaparte y Quai Napoleón encontraremos gran variedad de tiendas para turistas y casas de especialidades. Ojo al horario, de 8,30 a 12,30 y de 2,30 a 7 de la tarde. Como artículos de interés están los vinos, quesos y cualquier artículo que represente a su “dios”, Napoleón Bonaparte.Los precios, estamos en Francia y en lugar netamente turístico, algo caros. Como ejemplo, una jarra de cerveza me costó 6,50 €. Los menús turísticos empiezan en un mínimo de 18€.Lamento no haber podido recorrer la isla para disfrutar de sus paisajes interiores y de su Parque Natural Regional, patrimonio mundial de la Unesco y que recorre más de un tercio de la isla o subir hasta su punto más alto, entre nieve, y situado a 2.710 metros de altitud. Quizás eso sea para unas próximas vacaciones. Las mismas que yo os deseo, con ayuda de esta crónica, para vuestro solaz. Mientras tanto, un saludo ciudadanos viajeros.Enlaces de interés:http://www.ajaccio-tourisme.com/fr/
Oficina de Turismo (en francés, italiano, inglés y alemán)
http://www.france-voyage.com/es/ Guia turística en español.
Todas las fotos publicadas, excepto la del Palacio Fesh, son propias. Si alguien quiere tomarlas, por mi parte no hay problema, pero si os agradecería indicaráis la fuente. Gracias.