A ese asunto sobre la pobreza que amenaza con ocuparlo todo y que les sirve a los políticos para atrincherar a la población y sujetarla, hay que añadir ahora la necesidad de agrupar municipios. Es decir, suprimir ayuntamientos, anexionarlos a otros cercanos donde puedan encontrar remedio los alcaldes, que no las gentes, porque "el poder del pueblo es una panacea". Pero la ineficacia o el olvido hacia quienes se anexionaron con anterioridad lo tenemos como ejemplo en una pregunta que a primeros de este mes se hace en su blog el Grupo Independiente de Cervera: ¿Cómo, siendo alcalde de Cervera de Pisuerga, desconoce que el puente de Vañes tiene cerrado el acceso a los peatones porque la pasarela está estropeada? El acceso al que se refieren afecta a varias juntas vecinales de La Castillería, anexionadas a este ayuntamiento el pasado siglo. Otro ejemplo: el cambio experimentado en el pequeño pueblo de Verdeña lo consiguió su alcalde pedaneo, lo que pone de manifiesto que las cosas cambian cuando el pueblo trabaja unido para que cambien, y se hace hincapié en la importancia de las asociaciones. La mayoría de los políticos de ámbito autonómico votan para que desaparezcan los ayuntamientos pequeños por la carga económica que conlleva su mantenimiento, pero hay una ley que contempla la posibilidad de delegación de casi todas las competencias municipales en esas juntas vecinales o pedanías que nacieron por este motivo con la intención de cuidar del patrimonio que el ayuntamiento tuvo antes de su desaparición. Hay una propuesta a la que recurre con buen criterio los entendidos: Los pueblos no pueden quedarse al margen y con la excepción de esas juntas que están al servicio de una minoría (que las hay también) han de tomar decisiones sobre sus recursos. Y si un ayuntamiento decide tirar la toalla por su insostenibilidad económica, debe asegurarse antes unas garantías de autogestión futura, que no le condenen de por vida a la dependencia de terceros.
A ese asunto sobre la pobreza que amenaza con ocuparlo todo y que les sirve a los políticos para atrincherar a la población y sujetarla, hay que añadir ahora la necesidad de agrupar municipios. Es decir, suprimir ayuntamientos, anexionarlos a otros cercanos donde puedan encontrar remedio los alcaldes, que no las gentes, porque "el poder del pueblo es una panacea". Pero la ineficacia o el olvido hacia quienes se anexionaron con anterioridad lo tenemos como ejemplo en una pregunta que a primeros de este mes se hace en su blog el Grupo Independiente de Cervera: ¿Cómo, siendo alcalde de Cervera de Pisuerga, desconoce que el puente de Vañes tiene cerrado el acceso a los peatones porque la pasarela está estropeada? El acceso al que se refieren afecta a varias juntas vecinales de La Castillería, anexionadas a este ayuntamiento el pasado siglo. Otro ejemplo: el cambio experimentado en el pequeño pueblo de Verdeña lo consiguió su alcalde pedaneo, lo que pone de manifiesto que las cosas cambian cuando el pueblo trabaja unido para que cambien, y se hace hincapié en la importancia de las asociaciones. La mayoría de los políticos de ámbito autonómico votan para que desaparezcan los ayuntamientos pequeños por la carga económica que conlleva su mantenimiento, pero hay una ley que contempla la posibilidad de delegación de casi todas las competencias municipales en esas juntas vecinales o pedanías que nacieron por este motivo con la intención de cuidar del patrimonio que el ayuntamiento tuvo antes de su desaparición. Hay una propuesta a la que recurre con buen criterio los entendidos: Los pueblos no pueden quedarse al margen y con la excepción de esas juntas que están al servicio de una minoría (que las hay también) han de tomar decisiones sobre sus recursos. Y si un ayuntamiento decide tirar la toalla por su insostenibilidad económica, debe asegurarse antes unas garantías de autogestión futura, que no le condenen de por vida a la dependencia de terceros.