Sólo podía pasarme a mí. Mejor dicho, sólo podía pasarnos a ti y a mí. Nadie como tú y yo para encontrarnos un jueves cualquiera, sentados en un coche aparcado en la puerta de un Vips, saldando una deuda de hace veinte años. “Lo intenté, me rindo” parecías decir entonces cuando te fuiste sin decir...
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