Akira: Una película de animación a tener en cuenta-

Por Cinefagos

 

Hay películas que siempre las tienes en tu mente cuando vas a confeccionar una lista mental sobre algún género concreto. Algunas es posible que sean producto del momento o simplemente de un gusto más personal que otra cosa. Pero, ¿que pasa con Akira?. Ni de lejos creo que la película basada en la obra de Katsuhiro Otomo fuese una elección descabellada en dicha lista. Es más, creo que es una de las películas de animación que más calidad atesora.

Akira es como el buen vino, con sus aciertos y sus fallos. Cuanto más tiempo pasa más calidad atesora. Y recordemos que ya han pasado veintiun años desde su estreno. Así que lo que si la vemos en la actualidad tenemos que valorarlo en su justa medida, Akira no podrá competir con algunas películas que se hacen en la actualidad (la tecnología avanza muchísimo, como todos sabemos), pero bien es cierto que los años no la han mermado demasiado y sigue siendo una película completamente disfrutable para el cinéfilo o el fan de las películas de animación.

Habría que aclarar algunas cosas. Las cuales no tendrían que mermar el visionado de esta película, ni ser algo negativo. En primer lugar, Katsuhiro Otomo realizó un manga de más de 2.000 páginas. Con una trama que intenta ser consistente a la par que complicada en no pocas ocasiones. Lo peor de todo, han pasado muchos años desde que lo leí, es que tambien hay muchísima “paja” (al final parece que me obsesiono con este tema, pero me desagrada sobremanera que hagan eso, tanto en películas, como en series o cómics). Demasiados capítulos que podían haberse obviado y no habría desestabilizado la trama. Pero no es menos cierto que cada una de las viñetas que obsequiaban al lector eran para quitarse el sombrero. Un dibujo detallado (si había un rascacielos dibujaba cada una de las ventanas del mismo) a más no poder y un uso del color (depende de la versión que hayas leído lo puedes encontrar en color o blanco y negro) excelente. De ahí que el anime no puede albergar todo lo que se lee en el manga. Hablaríamos de una condensación obligada. Existiendo muchas cosas que pueden llegar a quedar pendientes o que varían en cierta manera de lo que vemos en su versión de papel. Pero hay que recortar. Era hacer una serie de animación o una película. Probablemente, tal y como quedó el anime, habría sido imposible hacer una serie con la calidad que vimos. Por eso hay que asumir lo que se llega a perder en su traslación. Leer el manga sería como una ampliación. Respuestas a interrogantes que pueden surgir en el visionado. Pero no es menos cierto que no tendría que ser así. Una película por sí misma tendría que tener entidad propia y no depender de la obra en la que se basa. Pero como todos sabemos, no suele suceder así. Y es que no son pocos, con razón, los que critican lo caótico que puede resultar el argumento de la película. Algo que a la larga puede verse compensado con un nivel técnico para quitarse el sombrero.

Tanto la animación, como el sonido y la música, son las mejores bazas de Akira. Es lo que puede hacer que el espectador disfrute de cada una de las secuencias que ofrece Otomo (al mismo tiempo director de la película). Esas persecuciones en motos futuristas han quedado como un punto de referencia a la hora de hablar de Akira, así como la banda sonora que le acompaña.

La historia trata sobre un tema que más de uno puede enlazar con películas superheróicas de actulidad. Los mutantes de la editorial Marvel. Y es que Akira es eso, una historia sobre personas que adquieren una serie de poderes. Pero como no podía ser de otra forma, viniendo de donde viene el Manga, aquí se exagera de forma increíble. La transformación de uno de sus protagonistas poco o nada tiene que ver con un mutante de los X-Men. Aquí todo se eleva al cubo, tanto en lo físico como en lo mental. Tetsuo amigo del protagonista y quien a la postre se acaba convirtiendo en el villano de la función, acaba deformandose de una manera que puede dejar al espectador de cualquier manera manera menos indiferente. Precisamente la lucha o rivalidad entre Kaneda y Tetsuo acaba convirtiéndose por derecho propio en el elemento más interesante del film.

Una película donde las referencias a cintas como Mad Max, ese futuro caótico y peligroso, se hace patente en algunos momentos. Una ciudad, Neo-Tokyo (que también recuerda a otra famosa película de ciencia-ficción, Blade Runner), donde cualquier cosa puede ocurrir, y normalmente nada agradable. Donde las ciudades brillan con luz propia y es imposible no alabar la labor de los creadores (director, guionista, animadores, etc) a la hora de mostrarnos una ciudad con vida propia.

Mirándolo en retrospectiva y valorando lo que llegó después, Akira acabó convirtiéndose, con derecho propio, en el buque insignia del Manga y el Anime a nivel mundial. Si bien otras producciones (sea en película o serie televisiva) ya habían llegado a otros países, la película de Otomo dejó patente la calidad que atesoraba el país del Sol Naciente en cuanto a las películas animadas. Aquí no vemos personajes estáticos que tan sólo movían la boca y poco más (véase caso de la serie Campeones), si no que todo lo que hay a su alrededor tenía vida de principio a fin. Sólo por eso, por lo que causó en su momento y lo que dejó, merece la pena su visionado. Que sea disfrutable o no puede que dependa más de su lioso -en ocasiones- guión, que por su indudable calidad técnica.