María no tarda en sufrir acoso por parte de las chicas de la clase. Cuando le destrocen su antiguo uniforme, se pondrá a cantar Amazing Grace con una voz de ángel. Ahí, sola, en el aula, la escuchan dos de los alumnos de la clase: Yusuke Kanda, el chico extrovertido y amable que fue el primero en intentar integrarla y Shin Meguro, seco y antipático, decía no querer tener nada que ver con ella y aun así creó una oportunidad para que María intentase congeniar con el resto con poco éxito. Reseña Akuma to love song es una serie que claramente va de más a menos, como por desgracia pasa con muchos shôjos de instituto. No diría que es un caso de puro estiramiento, hay elementos de la trama que debía tener en mente la autora desde el principio, pero no lo llevó bien.
Estructuralmente, la serie se puede decir que tiene varios arcos, estando los intermedios marcados por la aparición de algún personaje secundario. Personalmente, lo dejaría en cinco: la introducción (tomos #1 y #2), Hana Ibuki (tomos #3 y #4), Anna Mouri (tomos #5, #6 y #7), Shintaro Kurosu (tomo #8) y el desenlace (tomos #9 a #13). No son divisiones exactas y perfectas, pero vale para orientarse y para que servidora pueda hacer la reseña.
Los dos primeros arcos son los que realmente valen la pena de la serie. Se nos presenta una protagonista muy especial, con un carisma arrollador, fuerte, directa, no se corta en desenmascarar la hipocresía de la gente y descubrir su verdadero rostro. No lo hace con mala intención, pero eso no evita que pique mucho lo que dice y cómo lo dice. Sin embargo, cuando algo escuece es porque está curando, y con las verdades de María, los otros personajes se van volviendo más sinceros y auténticos. Son unos cuatro tomos en que se toca el tema del acoso escolar o el abuso de poder. Hay mucha intensidad y se muestra lo compleja que puede ser una persona. Quizás peca de quedarse al final en la superficie, pero esto tampoco es un tratado de psicología.
El problema de la serie empieza con el arco de Anna Mouri, la primera y única amiga de María en el Katria. Aquí comienza a entrar un melodramatismo exagerado cuando, gracias a ella, sabemos el triste pasado de María que, gracias al shock que supuso de niña, tiene bloqueado en la memoria. Esto sirve de excusa para que la trama romántica, que había ido poco a poco desarrollándose de manera tierna en los tomos anteriores, quede bloqueada. Luego, el desarrollo del arco como tal es confuso. Anna resulta incongruente y por momentos llega a ser un poco absurdo todo lo que ocurre. Para colmo, el final del arco es abrupto y queda en el aire para tener apenas una pequeñísima mención en el último tomo. Por cierto, al menos a ella se la menciona, que con todo lo que supuso Hana en el arco anterior, cuando pasa dicho arco, es que ni se la vuelve a ver.
La caída sigue en el siguiente mini-arco con la aparición de un chico que se interesa en María, como si no fuese bastante con el triángulo formado con Shin y Yusuke. La cuestión es que Shintaro es un acosador y se pasa de la raya más de una vez, todos los ven y lo critican, pero María lo va perdonando una y otra vez. Incluso se dice que ese acoso en parte le hace bien para ir superando el rechazo que le supone el contacto físico. En fin. Pero si creíamos que con esto y todo lo vivido en los tomos anteriores la capacidad de perdonar de la chica había tocado techo, aún queda lo peor.
Al margen de todo esto, una última pega a mencionar es que no termina de resolver qué pasa con el tercero en discordia en el triángulo amoroso. El pobre se merecía haber terminado la serie habiendo superado su amor no correspondido. No digo que le buscase una pareja, pero al menos que pasase página.
En definitiva, una serie que de tratar temas interesantes como el acoso escolar o la hipocresía de la gente, con una protagonista de lo más carismática, pasa a ser un despropósito melodramático sobre el perdón y la redención que sobrepasa lo tolerable. La serie debería haber acabado en el cuarto tomo o, como mucho, en un quinto cerrando ahí la trama romántica y los hilos de algunos secundarios. Muchas cosas se le fueron a la autora de las manos.