El Gobierno de Israel continúa haciendo de las suyas, ante la pasividad, cuando no complicidad, de Estados Unidos, la Unión Europea y Naciones Unidas. Ayer le tocó el turno al barco de nacionalidad irlandesa, Rachel Corrie, que viajaba en dirección a Gaza con ayuda humanitaria para su población. En esta ocasión el Ejército de Israel no ha entrado a tiros en la nave; ha optado por el abordaje, que también es un acto de violencia, prepotencia e impunidad, aunque no se hayan registrado víctimas. El barco, en el que se encontraba la Premio Nobel de la Paz Maired Maguire, ha sido conducido a un puerto israelí, en un claro abuso de poder, que debe ser denunciado y condenado.
El Gobierno de Tel Aviv mantiene, desde hace más de cuatro años, con mano férrea un bloqueo tan injusto como inhumano en la franja de Gaza, que afecta al conjunto de sus habitantes, pero especialmente a las personas mayores, enfermas, niñas y niños de corta edad. Es necesario que la izquierda levante la voz y la ciudadanía más progresista reivindique a sus Ejecutivos respectivos un castigo contundente a los responsables de la violación sistemática de los derechos fundamentales de la población palestina, prisionera en su propio territorio, El nombre del barco apresado esta vez, Rachel Corrie, es un homenaje a una mujer norteamericana aplastada en 2003 por una excavadora israelí mientras protestaba contra la demolición de edificios en Gaza. Desde entonces, las cosas lejos de mejorar han empeorado.
Ayer supimos, a través del diario británico The Guardian, que las nuevas personas asesinadas el pasado lunes por el Ejército israelí fueron abatidas a corta distancia; recibieron, según las autopsias practicadas a las víctimas, treinta disparos. En un alarde de cinismo sin precedentes el embajador de Tel Aviv en España, Ráphael Schutz, sostiene que los tres activistas españoles que viajaban en la “Flotilla de la Libertad” eran militantes, que habían elegido a “terroristas” y “mercenarios” como compañeros. Inaudito, pero cierto. No sé por qué pero me temo que el Gobierno Zapatero no romperá relaciones diplomáticas con Israel. Entiendo el malestar del periodista David Sagarra, cuando calificó ayer como “tibia” la actitud del Ejecutivo Zapatero y atribuyó esta posición al “comercio de armas” entre ambos países y a los “tratados económicos”. Cuánta razón.