Hace mucho tiempo, pero menos, sentí miedo por mí, por si mi compañero del alma, de vida, de aventuras y desventuras, elegía "tirar la toalla". Pedí callada y sobrecogida ante la muerte: quiero que no me abandones, amor mío, al alba. Y no lo hizo.
Hoy (y muchos más días antes de hoy) vuelvo a sentir esa especie de inquietud que no responde a nada.
Que se acaba un mundo. Tengo la suficiente memoria como para recordar lo que se siente cuando un mundo amenaza con terminar......... y comienza otro.
Ésta entrada me la tenéis que perdonar, por favor. Me la debía a mí misma aunque estoy segura de que no soy la única que ha sentido estas cosas susurrando en el cuello.