Un suicida saltador (los jumpers que los llaman allí) es aquel que ante todo quiere mostrarte su caso sin tapujos. Si no se tira lo que intentará será hacernos sentir complacientes con sus bondades no reconocidas, con el dolor que llevan dentro y no ha conseguido ser suficientemente reconocido (aunque siempre habrá espectadores morbosos sin escrúpulos que preferirán que salte sólo por diversión). Si finalmente salta, sus sesos se esparcirán por las ropas de los transeúntes, notificándonos su dolor de la forma más violenta posible. Entonces, ¿qué mejor que un rascacielos de la capital del mundo en una avenida concurrida en hora punta?
Llevo unos días viendo capítulos de la serie de magia-espectáculo de Petter and Teller Fool us. Y es imposible para mí no comparar algunos de sus recursos. Mientras te muestran unos subterfugios grandilocuentes, que te hacen creer que es el lugar donde está ocurriendo lo importante, es esto último lo que ocurre en el otro plano que no estás mirando. Probablemente no pienses en ello hasta que el truco termine y ya hayas sido engañado. Al borde del abismo plantea un escenario en el que este esquema encaja como un guante.
Al principio de la película vemos a un tipo trajeado en una esquina de Manhattan mirando hacia lo alto de un edificio. Está mirando al cartel del Roosevelt Hotel, que se acompaña de una gigantesca bandera americana. El tipo entra en el hotel y pide su habitación reservada, y después de desayunar, observarse friamente en el espejo y apuntar lo que parece una nota de suicidio, decide salir a la cornisa del piso 13 del hotel. Todo esto no puede ser simplemente una casualidad.
La salida al balcón de nuestro protagonista (Sam Worthington) será el comienzo de la peor pesadilla de una agente especial del FBI (Elizabeth Banks, la que intentará por todos los medios salvarle), mientras que en la retaguardia el resto están intentando averiguar quién demonios es aquel que no ha dejado ni una huella dactilar en su habitación, y les ha colado la identificación falsa en el registro del hotel. Y mientras todos se preocupan de aquel que dice se irá “tal y como entré en este mundo: inocente” asistimos a un intrépido robo por parte de dos secundarios (Jamie Bell y Genesis Rodríguez) que serán del agrado de los espectadores (al menos a mí me encantan las hispanas malhabladas escuálidad pero curvilíneas) y de mientras también, a Ed Harris haciéndo de hombre de negocios del mal absoluto. Lloverán dólares en efectivo, mentiras, juegos de poder y arriesgados movimientos no aptos para acrofóbicos.
Al borde del abismo (Man on the ledge) dirigida por Asger Leth (director del documental Ghosts of Cité Soleil) y escrita por Pablo F. Fenjves es el nuevo thriller de acción que se estrena hoy y abre esta temporada. Un juego de conflictos por varios frentes muy similar en algunas facetas a El caso Bourne, Última llamada o la reciente Colombiana. Una sinfonía de hilos que se entraman en la primera mitad del filme para después dar paso al azar y a un fantástico entretenimiento que sin ser extraordinario es una gran propuesta de temporada.
Esther Miguel Trula
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