Pero, en estos momentos, estamos a punto de acabar como pollos sin cabeza si finalmente no hay acuerdo para la única investidura posible -la de Pedro Sánchez- entre las dos formaciones que comparten el mismo espectro político: PSOE y UP. La suma de sus votos no alcanza la mayoría, pero el nacionalismo representado en el Congreso ha asegurado que la garantizaría si se fragua ese pacto entre ellos. ¿Qué lo impide? La terca desconfianza entre los líderes de ambos partidos y su contumaz desprecio a la opinión de los ciudadanos, expresada en las urnas, se yergue como obstáculo insalvable. Tal parece que prefieren dejar pasar la oportunidad de que gobierne la izquierda a permitir que un “socio” imprescindible -por votos e ideología- acapare parte del protagonismo -tanto dentro como fuera del Ejecutivo- de esta eventualidad. Acostumbrados a las mayorías absolutas del bipartidismo, desconfían de las alianzas y coaliciones que aseguran la gobernabilidad. Sus negociaciones se limitan a advertirse mutuamente de que ni contigo ni sin mí. Razones, por lo que se ve, de tan elevado peso para el interés general que podrían conducirnos al barranco y a perder la oportunidad.
Pero, en estos momentos, estamos a punto de acabar como pollos sin cabeza si finalmente no hay acuerdo para la única investidura posible -la de Pedro Sánchez- entre las dos formaciones que comparten el mismo espectro político: PSOE y UP. La suma de sus votos no alcanza la mayoría, pero el nacionalismo representado en el Congreso ha asegurado que la garantizaría si se fragua ese pacto entre ellos. ¿Qué lo impide? La terca desconfianza entre los líderes de ambos partidos y su contumaz desprecio a la opinión de los ciudadanos, expresada en las urnas, se yergue como obstáculo insalvable. Tal parece que prefieren dejar pasar la oportunidad de que gobierne la izquierda a permitir que un “socio” imprescindible -por votos e ideología- acapare parte del protagonismo -tanto dentro como fuera del Ejecutivo- de esta eventualidad. Acostumbrados a las mayorías absolutas del bipartidismo, desconfían de las alianzas y coaliciones que aseguran la gobernabilidad. Sus negociaciones se limitan a advertirse mutuamente de que ni contigo ni sin mí. Razones, por lo que se ve, de tan elevado peso para el interés general que podrían conducirnos al barranco y a perder la oportunidad.