El Dr. Muhammad Wassim Maaz y otros cinco sanitario murieron de madrugada del 27 de abril al ser alcanzados por las bombas que destruyeron el hospital. Aún no se había casado a los 36 años porque afirmaba que no podría atender a una familia cuando había tantos niños llorando. Estaba solo y, al parecer, era uno de los últimos pediatras de Alepo. Su familia se había refugiado tiempo atrás en Turquía y hacía cuatro meses que no la veía. En el último lustro de guerra civil en Siria solo había tenido tiempo para curar las heridas de metralla y enfermedades causadas por la miseria a miles de menores.
No creo que yo fuera capaz de hacer algo así y por eso le admiro.