Como se puede deducir, Gilles, el hijo pequeño, es un cero a la izquierda. Es muy diferente a su hermano y escapa de la infelicidad que se respira en casa refugiándose en la lectura, es un devorador de libros con tan solo 10 años, algo que no le pasa por alto a su padre, que sí está pendiente de él, y decide alejarlo de la indiferencia de su madre tomando una decisión que cambiará la vida del pequeño para siempre."Gilles comprendió entonces que cada novela que leyera lo ayudaría a entender la vida, a sí mismo, a los suyos, a los demás, el mundo, el pasado y el presente; y cada acontecimiento de su vida le permitiría, asimismo, iluminar cada una de sus lecturas."
Un día y 237 páginas son suficientes para que el autor haga una radiografía completa de esta familia, así como de las circunstancias históricas y sociales que les rodean. Estamos ante una novela escrita con elegancia y delicadeza, una novela de personajes cargada de sentimientos, de profundidad, de reflexiones sobre la vida, la muerte, la mentira, los silencios...Albert será el hilo conductor que nos guía por esas páginas. Un personaje inolvidable, cuyos pensamientos, sentimientos y nobleza llegan al alma de quien lo lee.
No quiero contar más, creo que incluso he desvelado demasiado, pero por otro lado, temo quedarme corta, no ser capaz de transmitir todo lo que esta novela ofrece, y lo grande que es el personaje de Albert. Hay momentos cargados de nostalgia ante el temor de que sus hijos no recuerden sus antepasados, la historia de la familia (la causa de ese temor nos la explica él mismo). Otro momento cargado de emotividad es cuando Albert asea a su madre, una anciana enferma de Alzheimer que vive en casa con ellos. Ese momento de intimidad entre madre e hijo en la madurez da lugar a uno de las partes del libro que más me ha conmovido, y es que este libro está lleno de momentos que merecen ser leídos.
"A Albert le costaba trabajo retener sus lágrimas de niño ante ese cuerpo deshecho del que apenas sí llegaba a oír los latidos del corazón."
"Manipulaba a su madre con tanto cuidado, con tanta precisión, que toda forma de pudor había terminado por desaparecer (...) Sus gestos eran de una delicadeza tal, que sus gruesas manos de obrero habrían podido, en aquel momento, coger una aguja y zurcir el más fino bordado."Insisto, pura maestría dotar de tanta profundidad a los personajes y dar vida a una historia tan completa en menos de 300 páginas.