Según los trabajos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) la temperatura promedio de la Tierra podría subir de +1,1 a 6,4º C de aquí a 2100, con un valor medio "comprendido con más seguridad" entre +1,8 y +4ºC.
"Cuatro grados no es una proyección apocalíptica, es una proyección hacia un mundo muy probable si no hacemos nada", resume, lacónico, el climatólogo francés Hervé Le Treut.
Este tope, que en el peor de los casos podría ser alcanzado a partir de 2060 según un reciente estudio del Hadley Center británico, es objeto de una creciente atención: un centenar de científicos se reunieron por primera vez a fines de septiembre en Oxford para tratar el tema.
Sus trabajos recuerdan que esta temperatura promedio disimula gigantescas variaciones regionales, con una subida del termómetro que puede ir hasta +15 grados en el Artico y una disminución de 20% en las precipitaciones anuales en numerosas regiones del mundo.
El impacto en la agricultura del Africa subsahariana sería "espantoso", estima Philip Thornton, del Instituto Internacional de Investigación sobre el Ganado (ILRI), cuyo estudio prevé por ejemplo una baja de los rendimientos de 50% de aquí a 2090 en Africa del Este para ciertos cultivos.
En China e India, que son los dos principales productores mundiales de arroz, los cambios profundos de los monzones podrían provocar una sucesión rápida de temporadas sumamente secas y sumamente húmedas, causando trastornos agrícolas mayores.
¿Qué impacto tendría sobre los ecosistemas y la biodiversidad, tejido viviente del planeta?. "Sería el caos", estima el economista indio Pavan Sukhdev.
"Un cambio completo en la manera de vivir y sobrevivir de las especies", explica a la AFP, mencionando la muerte pura y simple de los arrecifes coralinos "de los cuales dependen para comer y ganarse la vida 500 millones de personas en el mundo".
Con cuatro grados más la subida de las aguas podría, según numerosos estudios, sobrepasar un metro antes de que termine el siglo. Combinada con las cuestiones de inseguridad alimentaria, reducción de acceso al agua dulce y la degradación de los suelos, esta alza significativa del nivel de los océanos arrastraría inevitablemente desplazamientos masivos de poblaciones.
"Centenares de millones de personas se verían obligadas a desplazarse", explica François Gemmene, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales.
Ante estas alarmantes predicciones, los científicos recuerdan al unísono que esta hipótesis sombría puede ser evitada aún, pero que se debe actuar muy rápido con un objetivo primordial: dividir por dos las emisiones mundiales de gas con efecto de invernadero antes de 2050.