Al matar lo llaman progreso

Publicado el 23 junio 2019 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Me sorprende, pero hay gente que hoy descubre las fístulas de las vacas en Francia y monta un escándalo denunciando esta (horrible) «práctica pionera». ¿Pionera? La industria lechera lleva décadas haciendo eso, solo te hace falta sacar algo de tiempo y buscar «fístulas vacas» (o fístula rumial, o fistulación rumiante) en Internet y ya te puedes hartar de imágenes asquerosas de vacas con un agujero con tapa de «quita y pon» que conecta con uno de sus estómagos. Es probable también que veas un montón de comentarios de ganaderos con uno de sus hits similares al de los taurófilos (el toro no sufre): a la vaca no le molesta tener un agujero ahí. Hay gente para todo: gente que descubre que las vacas lecheras están muy jodidas (perdonad el chiste fácil, pero a lo mejor mucha gente tampoco sabe por qué los mamíferos generan leche), gente que no tenía ni idea de que le abren un macromatadero a las puertas de su casa en Binéfar (y en unos meses no podrán dormir ni respirar entre los gritos y el olor), gente que no sabe que 2030 es la fecha límite para evitar una catástrofe global.

Conocidas como vacas con fístula o cánula, estos animales sufren una intervención quirúrgica, en la cual se les inserta una especie de ‘ojo de buey’. Dicho dispositivo es como un hoyo que queda abierto en la superficie de la vaca para permitir el acceso directo al más grande de sus cuatro estómagos, con el objetivo de optimizar y regular su alimentación.

Fuente: ¿Qué son esos agujeros que les hacen a las vacas? Estas imágenes revelan la cruda realidad (Univision Noticias)

De esto quería hablar hoy un poco hoy: del matadero de Huesca y de cómo no felices con tener una fecha tope para cambiar las cosas a nivel contaminación en 2050, seguimos (como sociedad) enfocados en acortar esos tiempos hasta crujirnos del todo el planeta. Como decía, hay gente que ve lógico lo de las fístulas de las vacas (por lo menos, si no se lo plantan en la primera página de un periódico y le hacen pensar en ello) y hay otros que ven normal que un único matadero se cargue 32.000 cerdos cada día (en un año, los trabajadores de esa nave habrán matado a una cuarta parte de la población de toda España en cerdos, ¿menuda cifra, eh?). A todo esto lo llaman progreso, porque no han tenido los santos cojones de asomar el hocico en una de esas naves industriales. Es irónico, en realidad: cada día podemos saber más y tenemos las herramientas para conocer qué ocurre en cualquier parte del mundo, pero optamos por lo contrario: decidimos saber menos. ¿Osos polares que buscan alimento a 800 kilómetros de su hábitat en Rusia?, ¿perros que se arrastran por el hielo derretido de Groenlandia? Ahí están las noticias. ¡El mundo está loco! ¿Cómo hemos llegado a esto? Y sobre todo, qué vamos a hacer nosotros, ¿no?

Esta fotografía distribuida por el Instituto Meteorológico Danés (Danmarks Meteorologiske Institut, DMI) del 13 de junio de 2019 muestra a los perros arrastrando un trineo a través del hielo marino (casi derretido por completo) durante una expedición en el noroeste de Groenlandia.

En España, salvo contadas excepciones ( (y desde el 15-M, desde que nos dijeron que todos habíamos remontado un poco la crisis, ni eso), nos movilizamos cuando nos tocan el bolsillo: si nos va bien, el país va bien; si nos va mal, algo habrá que hacer, ¿o no?. ¿Y en otros países? En otros países, tres cuartos de lo mismo. ¿Qué te pensabas? De todo esto que comentaba arriba (pan, jamón y televisor 4K de 32 pulgadas) va el movimiento de los chalecos amarillos en Francia, que nadie se engañe: del precio de la gasolina y el diésel, de las injusticias fiscales, las críticas contra el presidente de turno. Son temas importantísimos, coño, que afectan al bienestar y al día a día de los ciudadanos de un país, pero ¿qué hay del calentamiento global? Cuando alguien lanza esta pregunta, muchos sonreímos con autosuficiencia, ¿verdad? Calentamiento global, vaya chorrada, ¿eh? ¡con la de problemas que hay en el mundo!  O todo lo contrario: ¿qué le vamos a hacer? Claro que es un tema importante (con el ojo puesto en el precio del litro de combustible o de la nueva PlayStation), pero ¿qué vamos a hacer nosotros? Aquí entra aquello de es que las cosas son como son, hombre; el mundo es así. Tú a congelarte a Boston, y yo a achicharrarme en Australia, porque la subida del nivel del mar nos ha inundado California entera.

Llevándolo al absurdo, fue una quinceañera sueca (hablo de la genial Greta Thunberg, evidentemente) la única persona a quien se le ocurrió salir a la calle un día, y otro día, y otro más, u organizar una huelga escolar para que se detenga esta locura. Que te dejes de rollos, te diría la chavala: que sí, que reciclas en tu casa y consumes menos (o no consumes) equis productos (carne, pescado, bichejos, km. 0, lo que sea), pero ¿protestar? ¿dejar el smartphone y los memes del WhatsApp un rato y salir fuera a ocupar las calles para pedir un cambio por el planeta?, ¿una pequeña muestra reivindicando y diciéndole a la clase política dónde puede meterse su statu quo?  No, seguimos viendo el cambio climático como una película de domingo —como Twister, o Lo imposible—; seguimos diciéndonos: no es que Coca-Cola, Apple y JP Morgan Chase controlan el mundo y no podemos hacer nada. En definitiva, sea porque abren un macromatadero en Huesca o porque el mundo se va a la mierda, nos rendimos y viene una quinceañera y nos saca los colores. El problema es que, en lugar de darnos por enterados, en vez de comentarlo con los nuestros, de darle la importancia que merece todo esto (que agujereen tripas de vacas; que maten, en un año, más cerdos en Binéfar que personas hay en Portugal; que te preocupes por llenar el depósito de tu Seat Toledo y no de que tus hijos o tus nietos van a morirse sin acceso a agua y a cincuenta grados en el Pirineo).

Fotografía que muestra una granja de cría intensiva catalana. Fuente: El Periódico

O pasamos del tema o nos sacan los colores y, en lugar de darnos por enterados, nos encerramos un poco más en nuestra burbuja. Luego, nos preguntaremos cómo llegamos a esto, pero es que lo peor de las pelis de ciencia-ficción es cuando los hijos, apesadumbrados del copón, se interrogan a sí mismos intentando descubrir por qué sus padres fueron tan imbéciles. Les tocará arreglarlo a ellos, pero, a diferencia de nosotros, que todavía podemos solventar las cagadas de nuestros padres, ellos ya no tendrán margen de maniobra. Con suerte, nosotros no estaremos aquí para verlo, o no dejaremos a nadie (posturas éticas que siguen subiendo y subiendo) para que lo sufra. Y leyendo este artículo, estoy convencido de que mucha gente soltará un: ¿y todo esto sacas de unos cuantos cerdos muertos? Señal inequívoca de que, si piensas así, no has entendido una puta mierda: ya me sabe mal, de veras.

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