Pobres seres que viven alimentados por el odio. Y, alimentados por el odio producen dolor e indignación. Son los que comulgan con la petición de "tres días para matar" a sus coterráneos. El vandalismo les acompaña y los nutre.
Malditos los que se afilian en una causa tan despreciables como aquellos, que fusilaron a los estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871. O, que mataron inocentes en actos terroristas.
Malditos los que los promocionan. No son útiles a nadie más que a los odiadores. Han elegido el bando de los odian y deshacen, como dijo el Apóstol.
Son los que no conocen la dulce plática de amor, sino el evangelio bárbaro del odio, parafraseándolo a Él.
Saben, bien saben, vándalos y promotores que, por al camino del vandalismo y el odio ofreceremos la rosa blanca, pero ¡A Cuba jamás tendrán!