“No obstante, el pan y el vino son productos culturales importantes, realmente expresan la vitalidad del Ser Humano.
Representan un conocimiento cultural, que es el fruto de la atención, la paciencia, la industria, la devoción y la laboriosa instrumentación”
Sí, sí, llegaron las fiestas. Familia, amigos, música, borrachera, regalos, cohetes y mucha… mucha comida. Como si fuera poco, no escatimamos en nada y somos peores que los Hobbits, ya que tenemos almuerzo, postre, merienda, postre, cena, postre y más… postre. Pero sobre todas las cosas, hay dos que nunca faltan: el vinito y las figacitas.
Ya sea para el vitel toné, para el chori, o para el peceto de la abuela, sea blanco o sea un buen tinto; estos dos amigos del desenfrenado diciembre, están siempre en abundancia. Pero más allá de su participación en los fines de año y navidades, tienen un pasado espectacular, digno de charla en cualquier encuentro familiar.
Pasemos a rompernos un poco el bocho. Hoy les voy a contar de donde viene el pan de cada día. Perdona nuestras ofensas así como nosotros… ah no… eso era otro capítulo. Además veremos como la bebida espirituosa más aclamada en el mundo apareció para deleitar nuestros paladares. Mandale play…
¿Qué tienen en común el pan dulce, las galletitas, las ostias, las figacitas y todos los panificados que solemos devorar? Claramente la harina de trigo (con perdón de los celíacos), cultivo de los dioses (digo, de los humanos), ancestral como él solo. Pero arruinemos un poco la visión ancestral y tradicional, fin de año, momento para cambiar y recapacitar. El trigo, es… un jodido monstruo genético.
¡Como bien lees! Es un maldito Frankestein que incluso evita un completo estudio en laboratorio por la complejidad que tiene. Pero no debe alejarnos de la maravilla que la ciencia y la agricultura tienen para contarnos. La evolución de un cacho de pan puede ser más interesante que bailando por un sueño… en serio.
¿Pero estas proezas genéticas ocurrieron por si solas? Pues claro que no hombre! Los humanos (nosotros, los pibes) metimos mano (como el Diego) y mediante la domesticación fuimos dirigiendo la evolución del trigo. Como todos los demás alimentos que están en las góndolas del super o del chino de la esquina, fueron modificados por el hombre y nada o muy poco tienen de natural.
En definitiva, la domesticación del trigo le permitió pasar de ser una maleza más a un alimento básico y fundamental de la dieta humana. Nuestra breve presencia en este mundo (en términos evolutivos), nuestro chispazo de ingenio le dio al pan, todas las características agronómicas que podríamos desear.
Ya tenemos las figacitas listas, la mesa está servida y que mejor que acompañarla con una buena copa de vino. Para muchos un fiel compañero, para algunos un arte, para otros una mera diversión.
Les contare sobre la bebida de Dioniso y Baco en la próxima nota.
Saludos y Buen fin de año!
REFERENCIAS:
· http://www.plantcell.org/content/22/4/993.full
· http://pcp.oxfordjournals.org/content/52/5/750.full
· http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3522158/
· http://www.kew.org/science/ecbot/papers/nesbitt2001wheat.pdf
· https://www.youtube.com/watch?v=3Evl0tQAdXI
· https://www.youtube.com/watch?v=sBuZ4mn-NGg
· http://www.drgen.com.ar/2014/11/alimentos-naturales/
Autor: Federico Germán Espinosa
Estudiante de Biotecnología y apasionado de la divulgación científica, con fuertes intereses en el sector agronómico y en la ingeniería genética. Miembro del Círculo Escéptico Argentino y del Movimiento Zeitgeist Argentina. Su lema de vida es “todos pueden tener sus propias opiniones, pero nunca sus propios hechos”.
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