Desciende a mi,consolador Morfeo,único Dios que imploro,antes de que muera el esplendor febeosobre las playas del adusto moro.Y en tu regazo aletargadocuando triunfante de la niebla umbríaascienda al trono del cenit dorado.
Para ellos nace,el orbe colorado,la sonrosada aurora,y el ave sus amores va cantandoy la copla de Abril derrama Flora.
Para ellos tiende su brillante velola noche sosegada,y de trémula luz esmalta el cielo,y da al amor la sombra deseada.
¿De qué me sirve el súbito alborozoque a la aurora resuena,si al despertar el mundo para el gozo,sólo despierto yo para la pena?
¿De qué el ave canora, o la verduradel prado que florecesi mis ojos no miran su hermosura,y el universo para mí enmudece?
El ámbar de la vega,el blando ruidocon que el raudal se lanza,¿qué son, ¡ay!,para el triste que ha perdido,último bien del hombre,la esperanza?
Girará en vano, cuando el sol se ausente,la esfera luminosa;en vano, de lamas tiernas confidente,los campos bañará la luna hermosa.
Deslizante callado, y encadenami ardiente fantasía,que asaz libre será para la penacuando me entregues a la luz del día.
Ven, termina la mísera querellade un pecho acongojado.¡Imagen de la muerte! Después de ella,eres el bien mayor del desgraciado.
Alberto Lista