Que Alberto Bastida, el padre de Ania, piense en Ovelar para llevar a cabo la misión se debe a dos circunstancias: a que Ovelar fue el primer marido de la madre de Ania y a que, en su momento, perteneció a los primeros servicios de información de la democracia española.
El pasado como agente del servicio secreto de Ovelar resulta fundamental en la historia, pues al llegar a Galicia, no dudará de echar mano de algunos de sus antiguos camaradas para intentar desentrañar el misterio de esta extraña desaparición, que se complica al encontrarse en una playa el cadáver del hijo de un importante narcotraficante de la zona.
Las pesquisas de la desaparición y del asesinato, obligarán al protagonista a internarse en el proceloso mundo del narcotráfico gallego, con sus peculiaridades de comportamiento y actitud. A la vez, le fuerzan a hacer un doloroso repaso de su época anterior, tanto como persona como miembro de uno de los grupos más oscuros del espionaje español, obligándole a un acto de contrición por todas las canalladas que realizó, supuestamente por el interés superior que implicaba la defensa del estado democrático.
relato intenso, empapado en alcohol
De esta forma el autor nos brinda, por una parte, un veraz y cruento documental de la implantación, mecanismos y peso del narcotráfico en Galicia; señalando, fundamentalmente, la marca que deja en la urdimbre socioeconómica y, de paso, entre los guardianes que tienen el encargo de mantener el orden público.
Y, por otra parte, en la que el libro destaca con brutal brillantez, se describen las peripecias del pasado del protagonista como agente de los servicios de inteligencia, las tramas en las que se vio envuelto y las acciones que tuvo que llevar a cabo, con el consecuente gasto como persona.
Especialmente interesante es la versión que se da de lo que rodeó el intento de golpe de estado del 23-F, y de otros movimientos que pretendieron desestabilizar la muy reciente democracia española.
Y en esta última línea argumental, hay que destacar la presencia de dos personajes que, viniendo del pasado, tendrán gran importancia en el presente. Uno de ellos es el Gualtrapa, un oficial de policía, que en estos momentos está destinado en Galicia, pero que fue la mano derecha del jefe del equipo donde, en aquellos años, trabajaba el protagonista. Y el otro es el Viejo, líder del grupo de espías donde operaban el Gualtrapa y el protagonista, que además es hijo suyo; el Viejo tendrá una presencia a la vez distante y muy cercana en el devenir de los acontecimientos.La difícil relación de Ovelar con este padre mítico y terrible será una de las líneas narrativas más importantes a desplegar en esta novela, en la que se intentará salvar la vida de una muchacha, pero en la que también se nos cuenta el intento de catarsis de un hombre aplastado por la culpa y los remordimientos por los hechos del pasado.
Como en otras novelas del autor, el relato es intenso, un poco demasiado empapado en alcohol, pero brillante en su forma, y lleno de golpes casi líricos, que dan una cierta luz a un relato que bucea por lugares ciertamente sórdidos de la realidad presente y pasada. Además, toda la historia mantiene un excelente ritmo, ya que la historia, combina muy bien, el pasado y los fulgurantes hechos del presente.
Una estupenda novela, ambientada en el narcotráfico gallego, que nos trae recuerdos de las novelas de Carlos G. Reigosa, o la gran Todo es silencio de Manuel Rivas, donde se plasmó con detalle el peso económico y social que puede llegar a tener el narcotráfico en los pueblos gallegos. Una de esas novelas que no sólo entretienen, sino que nos hace pensar sobre momentos muy importantes de la historia española.
Akal, 2017
Compra en Casa del LibroJosé María Sánchez Pardo