Dado el amor a los animales y a la tradición de quienes participan en el torneo de alancear un toro cada año en Tordesillas, Valladolid, haciéndole heridas que lo desangran y matan lentamente, el cronista propone recuperar otra emocionante justa tradicional ibérica: alancear perros.
Este martes persiguieron al toro “Afligido” centenares de alanceadores para clavarle sus armas con gran algarabía, mientras el aterrado animal trataba de huir hacia ninguna parte.
Cayó agonizante bajo un pino, vaciando sus venas durante 34 minutos, y finalmente un héroe local le dio el lanzazo definitivo ante cuatro veces la población local, 40.000 aficionados a esta fiesta tradicional nacida en 1335.
Eran tiempos de la Reconquista. El bando moro tenía justas parecidas: alanceaban en sus fiestas a los perros de los cristianos --y a los perros cristianos también--, dado el odio del islam a esos animales impuros, como narran los sucesos heroicos de la literatura árabe.
Perseguir y matar perros se transmitió a todos los españoles, que ensartaban con sus lanzas las bestezuelas de sus vecinos menos queridos.
Hasta hace muy pocos años se seguía esta tradición de someter los perros a atroces torturas. Pero se prohibió, en un intolerable ataque a nuestras tradiciones.
Con sadismo infinito los niños son aún, en algunos casos, los heroicos especialistas en la tortura y ejecución de los mejores amigos del hombre: excelente escuela para ser hábil lancero en Tordesillas.
Muchos de los asistentes a la persecución y muerte del Toro de la Vega, como se conoce a ese espectáculo, son dueños de perros, magnífico material para revivir la costumbre mora.
Deberíamos iniciar una campaña para exigir el derecho de expropiarlos para hacer igual que los lanceros con el toro.
Después, podíamos montar torneos para que se maten entre ellos, unos vestidos de moros, y otros de cristianos.
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SALAS con sus cosas