Alanis
Año:
2017
Fecha de estreno:
15 de Diciembre de 2017
Duración:
82 min
País:
Argentina
Director:
Anahí Berneri
Reparto:
Sofía Gala, Dante Della Paolera, Santiago Pedrero, Dana Basso, Silvina Sabater
Distribuidora:
Golem
Siendo quizá la directora del nuevo cine argentino que mejor filma los cuerpos y la sexualidad, y habiendo demostrado siempre una sensibilidad especial para los personajes femeninos, no podía haber sino emoción cuando se supo que Anahí Berneri se estaba encargando de una película que trataría el tema de la prostitución, uno de los temas más urgentes que se han visibilizado en nuestras sociedades y que se debaten en el seno del feminismo. Sin embargo me da la sensación que esta misma urgencia coyuntural le juega una mala pasada a Alanis, violviéndose excesivamente didáctica y aleccionadora para con el público al que apunta supuestamente. Si bien la película multipremiada en San Sebastián es pertinente y tiene varios puntos muy destacables, se queda muy lejos de las mejores películas de la talentosa directora.
La película se presenta como un recorte de la vida de Alanis, una prostituta del barrio de Once, que día a día se enfrenta a la marginación y al rechazo prejuicioso de su entorno. La propuesta fundamental del film es interpelar constantemente al espectador y obligarlo a enfrentar los prejuicios sobre el tema a través de una inteligente puesta que se apoya constantemente en el reflejo de la protagonista en distintas superficies, lo cual la enfrenta constantemente al espectador. Los momentos en que la película rompe sutilmente la cuarta pared y nos atraviesa por completo, se cuentan entre lo más notable de la obra, sin embargo también resulta un arma de doble filo porque la película acaba dependiendo demasiado de sentencias o de escenas destinadas al ámbito más puramente didáctico, como si asistiéramos a una clase básica sobre el tema. De esta forma, los problemas de “Alanis” son viejos y me recuerdan mucho a los de la última película de Ken Loach (curiosamente también premiada en festivales y festejada por su importancia socio-política): ambos son políticamente rebeldes, pero muy conservadores en las formas. El gran pecado de un cine militante es muchas veces convertirse en el más obvio “cine de mensaje”.