(Este es el cuarto y último capítulo de un Diario de Viaje a Alaska. En los anteriores ya hemos visitado Fairbanks y el Denali National Park, Anchorage y la Prince William Sound, Juneau y Petersburg)
FIESTA NORUEGA EN PETERSBURG, ALASKA
Esa tarde-noche, el tiempo se había serenado un poco, y no hacía viento, no llovía y tampoco hacía frío (estaríamos a 15ºC). De hecho pudimos realizar una breve y agradable visita a Sandy Beach, al norte del pueblo, una playa abierta ya hacia el mucho más ancho Frederick Sound.
Petersburg ha heredado muchas tradiciones escandinavas, ya que hubo muchos noruegos, en particular, que se asentaron allí. Teníamos prevista una cena con espectáculo en el Sons of Norway Hall, un local histórico de la colonia noruega de Petersburg. Cenar, no cenamos mucho (que ya habíamos merendado fuerte a bordo del Chan IV). Pero después de la cena tocaron los bailes folklóricos.
Bailes típicos noruegos, en el Sons of Norway Hall,
Petersburg, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
La Maestra y directora de escena era una mujer que tocaba el acordeón. Los bailarines profesionales eran cuatro parejas de niños (niño-niña, y la mayoría niña-niña; no debe haber muchos Billy Elliott en la región). Luego llegó el momento en que todos los comensales fuimos invitados a sumarnos a unas danzas masivas. Como prácticamente la totalidad de los asistentes eran norteamericanos, ya sabéis, absolutamente carentes de cualquier sentido del pudor y del ridículo, la inmensa mayoría (entre los que no nos incluimos ni mi padre ni yo), se sumó a la fiesta, liderados por la guía que nos acompañaba, una chica asaz hombruna, que seguramente era una estudiante haciendo su Agosto en Alaska.
Mi voluntaria separación de la masa danzante me dio la ocasión de filmar las diversas evoluciones danzarinas del numeroso grupo. Veré si puedo recuperar esa filmación (lo que no es evidente, porque la evolución de las tecnologías siempre es disruptiva), para podérosla ofrecer. La cámara de vídeo que llevábamos la habíamos comprado en un viaje a Japón seis años antes, y utilizaba la tecnología de grabación analógica sobre cinta de 8mm. Sólo hace quince años, pero ya parece que hablemos de la prehistoria tecnológica.
CAMINO DE KETCHIKAN
A la mañana siguiente volvimos a bordo del Sheltered Seas, para seguir nuestra navegación hacia el Sur. Una espesa niebla matinal le daba al puerto de Petersburg una apariencia fantasmal. Seguimos primero los Wrangell Narrows, y luego un poco hacia el este, para hacer una parada en Wrangell, (pop. 2.308) en la isla del mismo nombre. Wrangell es conocida como la Puerta del Stikine, ya que se encuentra muy cerca de la desembocadura del río del mismo nombre.
La niebla de la mañana crea un aura fantasmal en el puerto de
Petersburg, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
Totem Pole, en Wrangell, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
Allí bajamos del barco al pueblo, que tiene una calle principal, bordeada de casas bajas, algunas con barcas en el jardín. Visitamos un poblado nativo, el Totem Park y una gran casa de madera del pueblo tlingit (Chief Shakes Tribal House), para sus reuniones, con múltiples tótems y vaciados en madera por todas las paredes. Interesante.
Zona Sur de Southeast Alaska: Ketchikan, Craig, Hydaburg, Hyder,
Misty Fjords National Monument
(Escaneado propio y parcial de The Southeast Alaska Companion -
An Illustrated Map by Joe Upton)
Desde Wrangell seguimos la navegación hacia el Sur, primero por la Ernest Sound y luego por el Clarence Strait, que bordea la península de Cleveland, hasta llegar a Ketchikan (pop. 8.050) en la Isla de Revillagigedo, completamente rodeada por el Behm Canal.
El Sheltered Seas, atracado en Ketchikan, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
Ketchikan es una población muy interesante. De hecho es la ciudad más al Sur de Alaska. Al sur de Ketchikan, y antes de llegar a la Columbia Británica (en las cercanías del puerto de Prince Rupert), solamente está Metlakatla (pop. 1.375), en la Annette Island y Hyder (pop. 97), al fondo del Portland Canal (que actúa de frontera). Curiosamente, a pesar de ser un pueblo muy pequeño, Hyder es la única población de Alaska, al sur de Skagway, que está unida por carretera a la Columbia Británica. Cruzando un puente sobre el Portland Canal, se llega a Stewart BC (pop. 496). Entre las dos, por supuesto, está la frontera y aduana entre Estados Unidos y Canadá.
Ketchikan está situada 235 millas al sur de Juneau y 90 millas al norte de Prince Rupert, BC. La ciudad se extiende frente a un estrecho canal (de media milla de ancho), llamado Tongass Narrows, que lo separa de la Gravina Island, donde está ubicado su aeropuerto internacional. Su puerto es muy frecuentado por los grandes barcos de crucero, por lo que se ha desarrollado allí una fuerte estructura comercial, especialmente dedicada a los cruceristas en su primer contacto con Alaska.
Al este de Ketchikan, abarcando la zona costera de la propia isla, el Behm Canal y todo el territorio hasta la frontera con Canadá, está el Misty Fjords National Monument, una zona de paisajes exhuberantes, especialmente en los múltiples fiordos que se desvían hacia el este desde el Canal principal.
Tongass Narrows, el canal frente a la ciudad, es la zona que yo haya visto más frecuentada por toda clase de naves: grandes barcos de crucero, pequeños o medianos barcos turísticos, barcos pesqueros e infinidad de hidroaviones, que utilizan el canal como su pista de aterrizaje. Casi en cualquier momento se puede ver algún hidroavión (seaplane) despegando o aterrizando en Tongass Narrows.
KETCHIKAN Y LOS MISTY FJORDS
Ketchikan tiene varios apodos, todos ellos bien merecidos. Se la conoce como la Salmon Capital of the World. Por el camino hacia Ketchikan vimos infinidad de salmones saltando en el mar. También vimos saltar alguna porpoise (marsopa), muy parecidas a los delfines. También se la llama la Rain Capital of Alaska (Capital de la Lluvia en Alaska). Y, de hecho, en el día y pico que estuvimos en Ketchikan y sus alrededores, casi en ningún momento dejó de llover, o de amenazar lluvia inminente. Su media anual de lluvia alcanza las 160 pulgadas (unos impresionantes 4.064 mm.).
Ciudad y puerto de Ketchikan, en los Tongass Narrows, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
Círculo de Totem Poles "Council of the Clans", junto al Ted Ferry
Civic Center de Ketchikan, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
Para el día siguiente (el penúltimo ya de nuestra estancia en Alaska) teníamos prevista una excursión de día completo, navegando por los Misty Fjords, el Behm Canal, Rudyerd Bay y Crystal Fjord. Afortunadamente conseguimos cambiar un poco el plan, y fuimos hasta el pequeño embarcadero en Crystal Fjord en hidroavión desde Ketchikan, y luego volvimos navegando tranquilamente entre espléndidos paisajes. Con ello conseguimos tener la mañana libre para visitar un poco la ciudad de Ketchikan.
La mayoría de visitantes de Ketchikan la conocen en el marco de una breve escala de su barco de crucero. Ello provoca que se acumulen la mayoría de negocios (comercios, bares, restaurantes) en la zona frente al mar y junto a los embarcaderos del puerto. Pero Ketchikan bien merece dedicarle un poco más de tiempo, ya que tiene una cierta colección de atractivos turísticos menos conocidos.
Esa mañana, pues, decidimos desayunar en uno de esos bares frente al mar., para conseguir un cierto tono local. Ese desayuno lo recuerdo como el sólido desayuno del pescador. Pedimos el que se presentaba como más típico, y tenía de todo, a cual más grasiento: huevos, bacon, salchichas, beans, etc. etc. Con pan frito en grasaza y algunas otras lindezas, que nos dejó al borde de la necesidad de una siesta a las diez de la mañana. Para ayudar a la digestión dimos un largo paseo por la (pequeña) ciudad. Visitamos el Totem Heritage Center, donde hay hasta 33 totems (o pedazos de totem) originales, recogidos de poblados abandonados de los indios tlingit o haida. En el Centro hay también talleres de actividades de los nativos (con posibilidad de cursos de formación para los visitantes), entre las que se cuenta el esculpido en madera de los propios tótems, o la fabricación de herramientas.
Un par de millas al sur de Ketchikan hay un poblado nativo completo (Saxman), que parece merecer una visita, pero nosotros no estuvimos allí.
Seguimos un poco hacia el norte, hasta la muy singular y populosa Creek Street. Esta calle, sobre el río Ketchikan, está construida con cabañas de madera que se apoyan en pilotes sobre el propio río. Según parece, esa zona era la dedicada a los burdeles para los marineros, pescadores y buscadores de oro, de los que el más famoso era la Dolly,s House. Hoy se ha reconvertido en zona comercial y de museos para los visitantes.
Allí se puede tomar un funicular que asciende unas decenas de metros por la ladera de la montaña, hasta un restaurante, desde el que, se coma o no allí, se tiene una magnífica vista de toda la ciudad y los Tongass Narrows, con su trasiego permanente de barcos e hidroaviones.
Sobrevolando el Behm Canal, en el Misty Fjords National Monument,
junto a Ketchikan, Southeast Alaska.
(JMBigas, Agosto 1996)
Desembarcando del hidroavión en el pequeño embarcadero de Crystal
Fjord, Misty Fjords National Monument.
(JMBigas, Agosto 1996)
Pasado el mediodía, nos acercamos al embarcadero de Taquan Air, que era la compañía que nos facilitaría el traslado en hidroavión hasta el pequeño embarcadero de Crystal Fjord. Allí nos juntaríamos con el resto de grupos que ya habían pasado la mañana navegando hasta allí. De hecho, intercambiamos nuestras plazas en el hidroavión con algunos otros viajeros que hicieron al revés que nosotros (ida en barco, vuelta en hidroavión).
De hecho, Taquan es una pequeña compañía que ofrece vuelos regulares (en hidroaviones) hasta a dieciocho comunidades (pueblos) de la zona, incluyendo un par de vuelos semanales a Hyder, y varios a Craig o Hydaburg, en la inmensa Prince of Wales Island. Aparte, por supuesto, de trayectos y excursiones puramente turísticos.
El hidroavión, con capacidad para seis pasajeros, ya nos estaba esperando en el embarcadero. El piloto daba la sensación de estar recién levantado de una resaca, con ojitos dormilones. Nos temimos lo peor. Sin embargo, tras desatracar, el hidroavión se fue hacia el centro del canal (Tongass Narrows), aceleró su único motor y acabó despegando como si no fuera con él. En Alaska, la mayoría de gente maneja las avionetas e hidroaviones con más facilidad que nosotros los coches en las grandes ciudades.
Durante el vuelo, estuvimos sobrevolando las montañas costeras y parte del Misty Fjords National Monument. Abajo se veían muchos árboles y bastantes lagos, hasta que enfocamos sobre el Behm Canal, y luego sobre su derivación, la Rudyerd Bay. Al final del fiordo, empezamos a perder altura, hasta que el aparato se posó suavemente sobre el agua. Se acercó al pequeño embarcadero dispuesto al efecto (en otra de las ramas del embarcadero estaba atracado el barco con el que volveríamos hasta Ketchikan). Seis viajeros estaban esperando ocupar nuestro lugar (para volver hacia Ketchikan en el hidroavión), y ya nos fuimos para el barco, donde nos esperaba un almuerzo informal.
En el Behm Canal, de vuelta hacia Ketchikan, el cielo amenaza con
toda clase de desgracias esa tarde.
(JMBigas, Agosto 1996)
El Sol se asoma por encima de los abetos, en la ribera del Behm Canal,
Revillagigedo Island, Misty Fjords National Monument.
(JMBigas, Agosto 1996)
Al poco rato levamos anclas, y empezamos la travesía de vuelta. Entre paisajes sobrecogedores, de montañas y nieblas. Ya en el Behm Canal, nos dijeron que había posibilidad de avistar orcas. No tuvimos suerte, aunque sí vimos bastantes salmones saltando sobre el agua. La tarde estaba relativamente apacible, incluso lucía el Sol a ratos. Pero, en algún momento, teníamos el cielo azul sobre nosotros, mientras que a nuestra espalda se veían nubes muy amenazadoras, y una pequeña zona donde debía estar descargando la del pulpo.
En un cierto punto de la navegación, el barco paró las máquinas, y vimos a dos personas en sendos kayaks que salían de la orilla, y se acercaban al barco. Junto a la orilla había una cabaña de madera. El mismo barco les había dejado allí algunos días antes, y ahora debíamos recogerles. Se acercaron al barco y subieron a él. Luego la tripulación ayudó a subir los dos kayaks a la cubierta, y seguimos la travesía.
Los dos kayakeros (¿kayakistas?) resultaron ser una pareja de Minnesota, creo recordar. La mujer daba clases de filología en la Universidad, mientras que él (un profesional liberal) nos reconoció envidiar mucho a los europeos por nuestra facilidad para conseguir hablar en varios idiomas. Le hice ver que más que facilidad, es necesidad. Y que lo suyo no es incapacidad, sino falta de necesidad, ya que con su inglés pueden ir a cualquier parte del mundo sin (muchos) problemas.
Cerca ya de Ketchikan, pudimos ver zarpar a un gran barco de cruceros (el Regal Princess, matriculado en Monrovia). El olor a pescado era muy intenso cerca del puerto.
Atracamos sin novedad, y nos fuimos para el hotelito, a descansar.
EL REGRESO
A la mañana siguiente tocaba iniciar el regreso a casa. Para acceder al Aeropuerto de Ketchikan tuvimos que tomar un ferry para cruzar los Tongass Narrows (unos pocos minutos de travesía), ya que el aeropuerto está ubicado en Gravina Island, frente a la ciudad de Ketchikan.
Primero un vuelo a Seattle (1h 50' en un 737 de Alaska Airlines). Perdimos ya la primera hora, puesto que en Alaska es una hora menos que en el Pacífico. Además, por algún lugar entre las Aleutianas occidentales discurre la línea arbitraria del cambio de fecha. Al Oeste de esa línea es la misma hora, pero ya del día siguiente.
Luego un vuelo a Nueva York, y enlace con otro vuelo transatlántico a Madrid. En Madrid, un Puente Aéreo a Barcelona, de donde habíamos salido más de quince días antes.
Fin de la aventura. Alaska, la última frontera, es una tierra que merece visitarse. Allí la Naturaleza es la reina, los paisajes son sobrecogedores, y el hombre no es más que un mero invitado a la fiesta de las estaciones.
Supongo que muchas cosas habrán cambiado en Alaska en estos quince años. Pero confío que lo principal seguirá como siempre, esperando con ilusión al viajero, al visitante, al aventurero.
Para mí, Alaska sólo tiene un inconveniente: resulta bastante caro visitarla. Las carreteras son escasas, hay muchísimas islas y buena parte del territorio es prácticamente impracticable fuera de unos pocos meses de verano. Para muchos desplazamientos hay que tirar de avión, avioneta, hidroavión o barco, y eso siempre tiene un coste. Y muchas infraestructuras (hoteles, atracciones, etc.) deben sobrevivir todo el año con el rendimiento de unos pocos meses.
Pero es un viaje diferente, que todo viajero debería intentar realizar por lo menos una vez en la vida.
JMBA