Al sudeste de Salamanca, por la carretera 510, el viajero llega a Alba de Tormes, cantada por poetas y guerreros. Poblada dede tiempos remotos, para algunos expertos corresponde con la antigua Alvia. Alrededor de la ribera del río se asentó un castro prerromano que dio pasó luego a un núcleo de población romana bajo el nombre de Albocoia.
En 1140 Alfonso VII le otorgó un fuero conformado por Alfonso X. En 1429 Juan II le confiscó a los infantes de Aragón y la cedió a don Gutiérrez Álvarez de Toledo, recibiendo su sobrino el título de condado de Alba. Desde ese momento comenzaría a ser muy estrecha la vinculación de la villa con la casa de Alba. El pueblo pasó a ser condado de Alba de Tormes y más tarde Ducado de Alba, en 1472, título nobiliario otorgado por el rey Enrique IV de Castilla a García Álvarez de Toledo y Carrillo de Toledo, el I duque de Alba.
A finales del siglo XV (1488), tomó posesión del ducado Don Fadrique, quien se lo cedió a su nieto Don Fernando Álvarez de Toledo, más conocido como el Gran Duque de Alba debido a sus hazañas bélicas y por su labor a favor de las artes y las letras. ¿Que quién fue este personaje? Resultó ser el hombre de mayor confianza y obediencia de Carlos I y de su hijo y sucesor, Felipe II. Fue Mayordomo mayor del Rey de España de ambos, miembro de sus consejos de Estado y Guerra, gobernador del ducado de Milán (1555-1556), virrey del reino de Nápoles (1556-1558), gobernador de los Países Bajos (1567-1573) y virrey y contestable del reino de Portugal (1580-1582). Menuda hoja de servicios.
La histórica villa de Alba de Tormes./Luidger
Alba de Tormes, a lo largo del siglo XVI comenzó a desarrollar una vida cultural de lustre y significado de la mano del III Duque de Alba así como de Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa de Jesús. La religiosa visitó la villa para asistir al enlace de su hermana doña Juana de Ahumada con Don Juan de Ovalle (contador de la Casa de Alba) y para fundar un monasterio de la orden del Carmelo.
En uno de los sus viajes de regreso procedente de Medina del Campo, Santa Teresa enfermó y murió en su celda del monasterio de la Anunciación en octubre de 1582. Con motivo de la clausura de los actos conmemorativos del IV Centenario del fallecimiento de Santa Teresa, el papa Juan Pablo II visitó Alba de Tormes en 1982. Hizo lo propio el rey Alfonso XIII en el año 1922, con motivo del III Centenario de la muerte de la religiosa.
Otro de los vecinos ilustres de la villa salmantina fue Lope de Vega. El prolífico literato del Siglo de Oro español trabajó aquí al servicio del Duque de Alba tras el destierro que padeció de la corte madrileña a finales del siglo XVI. De nuevo, un insigne escritor, autor de una de las obras cumbre de la literatura universal, recibió su primer su premio literario en el Castillo Ducal. Miguel de Cervantes dedicó un soneto a los éstaxis de Santa Teresa que le merecieron un reconocimiento en la villa.
Iglesia de San Juan de la Cruz./Luidger
La iglesia de San Pedro (siglo XVI) conserva de su primitiva fábrica el coro y la portada. Más interesante resulta la visita al convento de las Madres Carmelitas (siglo XVI), en cuyo testero se muestra un retablo, obra de Duruelo, con lienzos de Alonso Rodríguez y que guarda la urna con los restos incorruptos de Santa Teresa, regalo de Felipe IV. En la clausura se guardan importantes obras tales como una Dolorosa, de Pedro de Mena, diversas obra e orfebrería, muebles y objetos de liturgia.
A su lado está el convento de Padres Carmelitas (siglo XVII) y el Museo Carmelitano con relicarios de plata del siglo XVII y algunas imágenes. Cerca quedan la Plaza Mayor y el Ayuntamiento (siglo XVI) con fachada renacentista. Junto a ellos realza la iglesia de San Juan (siglo XII), de estilo mudéjar, con un retablo (siglo XVIII) y el célebre Apostolado (siglo XIII), grupo escultórico de piedra policromada. Varios sepulcros (siglos XV-XVI), procedentes de la iglesia de San Miguel, aparecen decorados con escudos de armas.
Basílica de Santa Teresa./Alonso de Mendoza
El convento de Santa María de las Dueñas (siglo XIII) se fundó extramuros de la villa y se trasladó a su emplazamiento actual en 1773. En su vecindad están Las Isabeles (siglo XV), con la capilla de las Dueñas (siglo XVI) de estilo plateresco. La iglesia de Santiago, del siglo XII y estilo románico-mudéjar, guarda un conjunto de esculturas funerarias con los restos de don Antón Ledesma y doña Leonor de Paz. Del antiguo castillo del Duque se conserva un torreón que domina la villa. En el interior una colección de frescos (siglo XVI) narran la aventura del duque en la batalla de Mühlberg.
Es Salamanca terruño de lugares con historia. La propia capital dispone del mayor archivo de documentación compilado referente a la más sangrante contienda contemporánea acaecida en nuestro país, la Guerra Civil. Así como de un bastión militar de defensa estratégico durante la Guerra de la Independencia contra Napoleón y los franceses. Ya en la provincia, el viajero tiene una excursión que merece la pena: acudir a Ciudad Rodrigo y disfrutar de su pasado y rico patrimonio. O bien coger la mochila y realizar la ruta vetona y celta por más provincias para ver a los verracos in situ.
Dónde dormir: Hotel Alameda; Avda. Juan Pablo II, 39; 37800 Alba de Tormes (Salamanca); juanpedro@htalameda.com; teléfono: 923300031.
Dónde comer: Restaurante Doña Matea; Calle Sánchez Llevot, 2; Alba de Tormes (Salamanca); teléfono: 659785559.