Albert Nobbs es uno de esos personajes realmente traumáticos y traumatizados, encerrado ya no sólo bajo las vestimentas de un hombre, sino en el interior de su alma. Hacía tiempo que no me topaba en la pantalla con alguien tan complejo, cuya conducta está tan deteriorada que olvida su verdadera naturaleza, lo que un día verdaderamente fue. Ni siquiera desnudándose llega a respirar, a abandonar su parálisis.
La película de Rodrigo García es triste, sin lugar para tomarse momentos de descanso y con un mensaje bastante desalentador. No es de las que te deja sentado a base de mazazos, sino que sutilmente te va matando, hasta que acabas haciendo un hueco en tu corazón para el señor Nobbs.
En serio, ¿no podemos volver a nominar a la Close?