Ya tenemos a los niños con vacaciones escolares. Ahora a pensar las comidas que les hacemos todos estos días festivos. Lo que si está claro es la falta de complicación: necesitamos platos sencillos, vistosos, con pasta a ser posible y carnes magras que constituyan un plato único.
Estas albóndigas no solo gustan a los más pequeños. En casa, como los míos son ya mayorcillos, les he añadido un puntito de picante que les va genial. Ni que decir tiene que cada uno de mis hijos comió su docena de albóndigas. A este paso me tienen que ingresar la nómina en el supermercado...
Para 6-8 personas:
- 2 pechugas de pollo picadas (pedidle a vuestro pollero que os las pase por la máquina)
- 1 loncha gordita de jamón serrano
- 1 huevo
- 1 rebanada de pan de molde blanco
- la leche necesaria para empapar esa rebanada
- 4 dientes de ajo
- 1 guindilla o cayena (opcional, solo si las queréis picantes)
- 100 mL de aceite de oliva
- 1 cebolleta hermosa (o una cebolla)
- 2 zanahorias
- 1 vasito de vino blanco
- 1 l de caldo de pollo (sobrará algo)
- unas hebras de azafrán
- perejil
- harina
Se pelan 3 dientes de ajo y se cortan en láminas. Se pone el aceite en una sartén a calentar, con fuego no muy fuerte, y se añaden los ajos picados y la guindilla o cayena. Se deja que se rehoguen sin quemarse. Se retiran los ajos laminados y se reserva el aceite aromatizado.
Mientras tanto, se bate el huevo en un bol grande, se agrega la carne de pollo, la rebanada de pan desmenuzada y empapada en leche, perejil picado, el jamón cortado en dados muy pequeños y el otro diente de ajo muy picado. Se sala y se remueve bien todo para que se impregne toda la carne de los ingredientes.
Se preparan las albóndigas. Para ello se pone un poco de harina en una taza de té y se añade una cucharadita de carne. Se agita la taza con movimientos circulares para que la harina se impregne por toda la albóndiga, a la vez que adquiere forma circular. Así lo hacía mi madre y yo lo sigo haciendo.
En el aceite aromatizado de ajo y guindilla se van friendo las albóndigas despacio, a fuego no muy alto. Se escurren de aceite y se ponen en una cazuela.
En el mismo aceite de las albóndigas se pocha o rehogan las 2 zanahorias peladas y picadas en dados pequeños y la cebolla. Se deja que se ablanden las verduras sin tostarse.
Se agrega un poco de perejil picado y el vaso de vino blanco y se deja que se evapore el alcohol. Se añade una cucharada de harina y se remueve con la cuchara de palo, como si se fuera a hacer una bechamel.
Cuando quede una masa homogénea se añade una taza de caldo y se remueve todo muy bien. Se agrega luego otra más, junto a unas hebras de azafrán machacadas previamente en el mortero.
Se vierte la salsa sobre las albóndigas reservadas en la cazuela y se dejan a fuego no muy alto unos minutos, para que e trabe la salsa y las albóndigas se impregnen bien.
Si es necesario se añade más caldo de pollo.
Se cuece una pasta larga, en este caso yo puse spaguetti, y se sirven, muy calientes, acompañadas de ésta.