Vamos a recorrer uno de los pintorescos pueblos de Albacete con blancas casas incrustadas en la montaña vigiladas por un castillo en lo más alto; un entrañable puente de piedra, paso obligado del Camino de Santiago y un sencillo recorrido ribereño que nos va a ofrecer el canto del río Júcar. En su interior, en ese entramado irregular de sus calles, unas cuevas que nos permiten atravesar la montaña y aparecer en el otro lado del la hoz.
Y acostumbrado a discurrir entre estrechas paredes calizas, el Júcar quiso dibujar un gran meandro para que la capacidad del hombre y su ingenio se adaptara en esta naturaleza tan complicada. Una villa vigilante de caminos fronterizos entre Castilla y Levante que fue aduana y sufridora de graves conflictos bélicos.
Pero hoy se muestra tranquila, soleada y dedicada al turismo rural ya que, tanto sus cuevas como las posibilidades de realizar actividades en la naturaleza, resultan atractivo suficiente para perderse por estos rincones.Un paseo ribereño al que podemos dar descanso si nos apetece en su playa natural sin perder de vista esa pequeña isleta y su puente de piedra. Aunque también podemos sentarnos en la hierba para relajar nuestra mirada con el suave traqueteo del agua y su golpeteo en los pilares del puente. Un puente que se convirtió en aduana entre los siglos XIV y XV al ser paso obligado del Camino Real de Castilla y que tuvo que ser restaurado en diferentes ocasiones debido a la fiereza del Júcar.
Atravesamos el puente y una pendiente bastante pronunciada nos recibe. De esta forma, Alcalá del Júcar se nos muestra como es: de trazado medieval apenas sin remodelar; de calles muy empinadas, cortas y obedeciendo a la pendiente de la montaña.
La iglesia es el primer monumento que vemos en el interior del pueblo. Un edificio religioso que tardó dos siglos en finalizar y que mezcla diferentes estilos arquitectónicos.
Vamos a entrar en dos cuevas: el
Diablo y Garandén. Interesante conocer que el itinerario incluye una consumición, las dos cuevas y la entrada al museo del cine.Para llegar a la cueva de Garandén nos hace falta una linterna que alumbre el pasadizo que se encuentra totalmente a oscuras. Subimos por una escalera con tramos de altura.
Ascender a esta cueva es retroceder a la época en la que era utilizada como control de aduana hace 750 años.Seguimos callejeando y ascendiendo hasta el castillo y su torreón con torrecillas circulares en sus esquinas. Tiene horario de visitas.
Desde aquí vistas increíbles hacia el pueblo, el cauce del río y las cuevas que existen en la montaña al otro lado de la hoz. Y entre las piedras del castillo surge una leyenda de una muchacha llamada Zoraida.
Una princesa cristiana de la que se prendó el moro Garandén quien apresó y encerró en el castillo con la intención de que renegara de su religión para desposarse con ella. Dicen que Zulema prefirió saltar al vacío y despeñarse.Alcalá del Júcar es uno de los pueblos pintorescos de Albacete. Una villa que fue declarada Conjunto Histórico Artístico en el año 1982 y premiada por Philips a la Mejor Iluminación Artística (1986) detrás de la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul.
Y como nos hemos quedado con la inquietud de conocer más rincones de esta bella provincia lo hacemos gracias a Miguel en Ruta.