Llueve sosiego esta tarde de abril en el Monte del Pardo.
El Monte del Pardo es nuevo esta tarde de abril bajo el sosiego del agua de lluvia. Bajo este alcornoque singular nacen en mi memoria recuerdos de infancia cuando soñaba con poder ser águila para mirar la tierra con ojos profundos desde la distancia, más arriba que todas las aves entre el aire y las estrellas y así entender el conjunto de los montes y las llanuras, los trigales y los colores vivos de las flores.
Ahora paseo entre la vida y la geografía de los acantilados con mis pies pegados a los arroyos y los caminos que nos entrega la tierra. Aunque pise los mismos senderos una vez y otra, parece siempre ser la primera porque están crecidos los arroyos y mecen con nuevo brío las ramas. En mis paseos me llamo jara entre las pegajosas ramas y las tricolores flores de la jara, me llamo arcilla en el barro de la tierra, me llamo ave cuando miro hacia su vuelo, me llamo cielo en el azul inmenso.
Duerme la armonía del monte en estos vegetales brazos y más allá de los huecos de sus entrañas entregan ramas de siglos; paseo y callo.
Javier Agra.