Lima más que una ciudad es un universo. Un rincón del extremo occidente que no se caracteriza precisamente por su homogeneidad. Allí prima la mezcla, la fusión, la reinvención. Pero la combinación de fuerzas extremas y distintas que la hacen una cosa peculiar no es algo reciente. Desde la llegada de los españoles al valle del Rimac, donde otrora gobernara el cacique Taulichusco, y la fundación de la ciudad como capital del virreinato del Perú, Lima ha sido una especie de tapiz infinito en el que se varias razas y costumbres fueron acoplándose como retazos de un todo. Los españoles que se encontraron con los nativos, los negros que vinieron como esclavos, los chinos que los reemplazaron y más tarde los japoneses. Y allí no acaba la cosa, los europeos pusieron su cuota al venir a sembrar sus sueños de inmigrantes y a cosechar fortuna en un país recién nacido. Y desde allí hasta el siglo pasado en que medio Perú se vino a Lima y la mezcla siguió su curso: andinos, selváticos, sureños, norteños, y un largo etcétera.
Sin embargo entre todos estos grupos e influencias muchos olvidan contar a la presencia de la cultura árabe en el espíritu de la ciudad. Pues sí, los hijos de Alá también pusieron lo suyo para darle sentido y forma a esta babel interminable: basta con ver los balcones limeños o los techos artesonados de los conventos e iglesias. Pero esta vez quisiera traer tu atención a un detalle insignificante y que pasa desapercibido por muchos pero que es otra evidencia de la ascendencia mora en el carácter de la Lima de antaño.
Hablo de las aldabas. Aquellos pequeños adornos utilitarios que cuelgan en las puertas de los edificios más emblemáticos de la ciudad y nos hablan de un tiempo en que más que un adorno eran un símbolo de poder. Se considera a los árabes sus creadores y los que se encargaron de llevarlo a la España conquistada y desde allí estos ornamentos dieron el salto hasta las casonas de Lima. También fueron utilizados en la Edad Media, cosa que se puede comprobar al ver las puertas de castillos y de muchas de las catedrales españolas y francesas de aquella época. Las casas de los notables españoles tenían en sus puertas aldabas de las más variadas y hermosas formas, de hecho el dicho hispano “tener buenas aldabas” hacía alusión a ser parte de una familia privilegiada.
Si al visitar Lima te das un largo paseo por el centro histórico de la ciudad y estás atento o atenta cada vez que pases por la portada principal de una vieja casona colonial seguro que te encontrarás con un bonito ejemplar. Míralos, aprécialos y si quieres tómales una foto; será un precioso recuerdo de una ciudad que te puede sorprender, para bien o para mal, hasta en sus más pequeños detalles.
Pablo
La mano de Fátima, símbolo islámico que representa la mano de la hija de Mahoma.
Casona Larriva
Catedral de Lima