Alejandrinos blancos para un nadador en cierne

Por Carlaber

Zhuzhu
Anochece temprano, estamos en invierno,
a las 7 p. m. marcarán los termómetros,
según el Canal 2, unos 14 grados.
Aunque el agua está a 30, sería lo prudente
no quitase las batas antes de tres minutos
de besos. Ya quitadas, tomarse medio más
para verse desnudos a la luz (no habrá otra)
de los cuerpos. Y así ganado grado y medio,
clavarse en la piscina, nadar, nadar, nadar
como desesperados 60 metros: sólo
entonces no sabremos dónde comienza el agua
ni dónde acaba el cuerpo. Y en prenatal tibieza
y flotantes abrazos, lentos celebraremos
nuestro primer encuentro de edénicos delfines
aunque los submarinos besos sepan a cloro.
Y juro que no habrá resfriados, querido:
uniendo grandes toallas a malos pensamientos,
sí, nos valdrán sombrilla, viento, frío y distancia
al cruzar el jardín hacia la regadera
donde para empezar nos enjabonaremos
el uno al otro...




Ulalume González de León