Durante su campaña militar contra Persia, Alejandro se desvió hacia el sur, conquistando Tiro y luego Egipto, pasando por lo que hoy en día es Israel. Hay una historia fascinante acerca del primer encuentro entre Alejandro y los judíos de Israel, quienes se encontraban bajo el dominio del imperio persa.
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Alejandro Magno y los Judíos
La narración respecto a la primera interacción entre Alejandro y los judíos se encuentra registrada tanto en el Talmud (Yomá 69a) como en el libro “Antigüedades Judías” del historiador judío Flavio Josefo (XI, 321-47). En ambos relatos el Sumo Sacerdote del tempo de Jerusalén, temiendo que Alejandro fuera a destruir la ciudad, salió a su encuentro antes de que llegara a la ciudad. La narración describe como Alejandro, al ver al Sumo Sacerdote, se bajó de su caballo e hizo una reverencia (Alejandro raramente, quizás nunca, se postraba ante alguien).En el relato de Flavio Josefo, cuando el general Parmerio le preguntó la razón, Alejandro respondió:
Alejandro interpretó la visión del Sumo Sacerdote como un buen presagio, y por tanto se apiado de Jerusalén, absorbiendo pacíficamente a la tierra de Israel en su creciente imperio. Como tributo a su conquista apacible, los sabios declararon que los primogénitos de aquella época fueran llamados Alejandro – el cual sigue siendo un nombre judío hasta el día de hoy. Y el día de aquel encuentro, 25 de Tevet, fue declarado una festividad menor.“No hice una reverencia ante él, sino ante el Dios que lo ha honrado con el Sumo Sacerdocio; pues he visto a esta misma persona en un sueño, con esta misma apariencia”.
El motivo por el cual a los niños judíos les ponen el nombre Alejandro es, por el rey Alejandro de Macedonia (Alejandro Magno).
El citado rey, un día salió con su poderoso ejército para enfrentar a Darío III, que era el rey de un fuerte imperio que abarcaba también a la tierra de Israel.
Alejandro ya había logrado derrotar a todas las naciones que participaban de la alianza del imperio de Darío III, y se disponía ahora a guerrear con Jerusalén, pues esta ciudad también pertenecía a la citada alianza.
Aconteció en momentos en que Alejandro se acostó sobre su cama para descansar, que sobre su cabeza se le aparece un hombre, vestido de blanco, portando una espada en su mano. El hombre alzó su espada sobre la cabeza del rey, y Alejandro sintió mucho miedo. Por eso le dijo:
“Mi señor, ¿por qué vais a matar a vuestro siervo?”.
El hombre le respondió:
“Yo soy el ángel que ha sido enviado por Dios delante de ti para conquistar para ti poderosos reinados. Y ahora has de morir por pretender levantarte contra Jerusalén, con el propósito de dañar al pueblo de Dios”.
Alejandro le dijo:
“Disculpa la falta de tu siervo, y si el hecho de que yo conquiste Jerusalén te parece algo malo, en ese caso regresaré”.
El hombre le dijo:
“Ve a Jerusalén, y cuando estés allí, y veáis un hombre vestido de blanco, con mi aspecto y apariencia, entonces te prosternarás a tierra frente a él, y todo lo que te diga habéis de hacer. No profanes su palabra, pues el día que lo hagáis, moriréis”.
Alejandro Magno obedece al ángel
El rey se levantó y fue a Jerusalén. En ese momento, todo el pueblo judío escuchó que Alejandro de Macedonia se acercaba y temieron mucho, por eso clamaron a Dios y decretaron ayuno público. Luego salieron al encuentro del soberano para homenajearlo y suplicarle piedad. Entre el pueblo se encontraba Janania, que era el Kohen Gadol (Oficiante Principal del Templo Sagrado), quien estaba vestido de blanco.
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Cuando el rey avistó a Jananiá, se dio prisa para descender de su corcel, y correr a prosternarse a tierra frente a él.
Al ver eso los reyes de la alianza de Alejandro se enojaron y le dijeron:
“¿Por qué te prosternas a ese hombre que no tiene fuerza para la guerra?”.
Alejandro les respondió:
“No se enojen por ello, pues el ángel que va delante de mi en todas las guerras para ayudarme, tiene el mismo aspecto que este hombre frente al cual me prosterné”.
Judíos y Griegos
Así comenzó una de las más interesantes y complejas relaciones culturales del mundo antiguo. Los griegos no habían conocido nunca antes a nadie como los judíos, y los judíos nunca habían conocido a nadie como los griegos. La interacción inicial parecía ser bastante positiva. Para los judíos, los griegos eran una nueva y exótica cultura del oeste. Tenían una profunda tradición intelectual que producía filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles (quien fue el tutor de Alejandro por dos años).
Su amor por la sabiduría, la ciencia, el arte y la arquitectura los separaban de otras culturas con las que los judíos habían interactuado antes. El idioma griego fue considerado tan hermoso, que el Talmud lo llamó en cierta forma el más hermoso de todos los idiomas y los Rabinos declararon que un rollo de la Torá incluso podría ser escrito en griego.Autor: Francisco de Asís López de Avellaneda para revistadehistoria.es
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