Mientras los países periféricos de la Eurozona están haciendo unos ajustes brutales para sanear y estabilizar la economía, en los demás está la mano para salir de esta penosa situación. ¿Cuál es el problema? No hay el valor suficiente para terminar, de una vez por todas, esta crisis. Alemania, la famosa locomotora europea, con su potente industria, un crecimiento envidiable y déficit inexistente no quiere dar el paso definitivo para superar el bache económico. ¿Por qué esa sin razón? ¿No hay voluntad de salida de crisis?
Recordar que el miedo más atroz que tiene el Gobierno alemán es la famosa hiperinflación, una subida muy elevada de los precios que estuvo fuera de control entre los años 1921 - 1923, y ese temor que está en las entrañas de todos sus ciudadanos es un mantra que no quieren volver a repetir. Por eso, uno de los objetivos fundamentales del BCE es el control de precios para que no se disparen y mantengan una tendencia estable. Ahora bien, no todo vale.
Países como el nuestro, Grecia, Italia... que no pueden invertir en infraestructuras a base de cumplir los objetivos de déficit tienen que ser contrarrestados por otros como Alemania, Finlandia, Austria, Francia, etc que ahora misma tiran del PIB de Europa. En su mano tienen la salida de la crisis y la recesión. ¿Cómo? Invirtiendo en infraestructuras, aumentar el consumo interno... pequeños ajustes muy necesarios para ver la luz al final del tunel.
Pero ahí tenemos a la inmortal Merkel, que pase lo que pase se niega a hacer un buen esfuerzo para su país y de paso ayudar a los denostados PIIGS. ¿Cuándo caerá del árbol y se dará cuenta de que en su mano está la salida de esta situación? Solo el tiempo lo dirá.