Dos jugadores de banquillo, Schürrle y Götze, le dieron el triunfo a Alemania en el minuto 113. La final fue dura, igualada y emocionante. Argentina no fue peor y tuvo dos grandes ocasiones de Higuaín y Palacio, pero no encontró a Messi.El empeño de Argentina fue loable, casi heroico en algunos tramos del partido, pero la diferencia futbolística era mucha. Fue mérito argentino lograr que Alemania tuviera que penar tanto. Especialmente, porque el principal argumento de los sudamericanos empezaba y acababa en Leo Messi y el ’10’ del Barcelona se fue del partido antes de que llegara la hora decisiva. Mientras estuvo fresco sobre el campo Argentina tuvo sus opciones, pero a la que se quedó sin gasolina, el equipo de Sabella fue un huérfano perdido en una ciudad desconocida.
Antes de empezar el partido, Löw ya tuvo que meter mano a su alineación prevista porque Khedira se cayó del once en el calentamiento. Su sustituto, Kramer, duró en el partido apenas media hora. Un tremendo topetazo con el hombro de Garay le dejo totalmente groggy. Antes de llegar a la media parte, el técnico había tenido que cambiar su guión dos veces.
Fue en esa primera parte cuando Argentina dio la sensación de que podía voltear los pronósticos. Las carreras de Lavezzi y de Messi en los contragolpes hacían sufrir a Hummels, extraordinariamente lento,fue el peor de la defensa germana.
Pero el gran error de la primera parte, del partido y quien sabe del Mundial, se lo repartieron Kross e Higuaín. El primero cedió un balón atrás de párvulo que se quedó a medio camino entre el área y Neuer. A Higuaín se le abrió una pradera rumbo a la gloria, se enfrentó al enorme portero y ahí se le apagó la luz. Le dio a la pelota tan mal como supo y el disparo se fue a un metro del poste alemán. Y con ese balón se fueron también las esperanzas de Argentina. Kross, en cambio, respiró. Ese era un error de los que marcan carreras.
Con el susto metido en el cuerpo, Alemania ofreció sus primeros momentos de duda y Argentina dio la sensación de crecer en el partido. Lavezzi, estupendo en el tiempo en el que estuvo sobre el campo, centró un balón de nuevo a la espalda de Hummels que Higuaín, esta vez sí, remató a gol. Lo celebró como un poseído sin darse cuenta de que el juez de linea le anulaba la jugada por fuera de juego.
Pero Alemania es mucha Alemania y siguió con su plan previsto. Una parte de este plan era explotar su sensacional juego a pelota parada y en el último minuto de la primera parte la virgen se le apareció a Romero en forma de poste que repelió un testarazo impresionante de Howedesa la salida de un saque de esquina. El impacto de la pelota en el aluminio se escuchó en todo Rio.
El juego en la segunda parte decreció a medida que los jugadores se agotaban. La diferencia entre ambas escuadras es que los alemanes tenía un sistema en el que confiar mientras que los argentinos únicamente podían aferrarse a héroes individuales. Con Messi diluyéndose, Agüero incapaz de igualar el rendimiento de Lavezzi ante Hummels y con Palacio, que es una calamidad,el equipo de Sabella se aferró a la casta de Mascherano. El mediocentro del Barça sostuvo a su equipo a base de coraje, testosterona y faltas. En esos momentos contó con la complicidad del colegiado que le perdonó la roja.
Con Argentina buscando los penaltis, Alemania siguió remitiéndose al balón. Y éste, le cayó en uno de sus más fieles aliados. Götze, como Iniesta, sentenció la final de una volea. La Copa del Mundo sigue estando en buenas manos.