Al acto con el que se quería recordar lo ocurido hace un siglo asistieron también el primer ministro francés, Manuel Valls, en su primer viaje oficial tras asumir el cargo, y el candidato socialista a la presidencia de la Comisión Europea, Martin Schulz. Los tres desplegaron un mensaje europeísta y pacifista –“La paz no lo es todo. Pero sin ella no hay nada”, recordó Gabriel las palabras del antiguo canciller alemán Willy Brandt-. El ministro alemán alertó de los riesgos de la crisis ucrania, que ha hecho reaparecer el fantasma del imperialismo, el mismo que desembocó en la Guerra del 14. “De pronto, nosotros que estábamos en posición de observadores nos vemos inmersos en un conflicto potencialmente incendiario que exige a Europa que pague un precio. Ese precio serían las sanciones a Rusia”, añadió.
El reproche del vicecanciller a Moscú no fue el único que salió ayer de Berlín. Mientras Gabriel hablaba en la Iglesia Francesa de Friedrichstadt, la portavoz de su colega de Gobierno y partido, el ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, mencionaba las “señales numerosas” de que el Gobierno de Vladímir Putin está apoyando activamente a los grupos armados secesionistasa del este de Ucrania. “Cuando se observa su comportamiento, los uniformes y las armas que llevan algunos de estos grupos, es evidente que no se trata de grupos de autodefensa creados de forma autónoma”, aseguró la portavoz en una rueda de prensa en Berlín.
“¿Quién iba a imaginar que íbamos a tener de nuevo que considerar el riesgo de una guerra en el continente?”, se preguntó Schulz. El candidato socialista a la Comisión y aún presidente del Parlamento Europeo considera la invasión y anexión rusa de la península de Crimea como “algo que no puede ser aceptado y que no se puede repetir”.
Los tres líderes socialistas echaron mano de recuerdos personales para resaltar la importancia de la concordia europea. Gabriel dijo que su generación es la primera en este siglo que ha disfrutado de la paz durante toda su vida; Schulz mencionó una estancia en Burdeos durante su juventud como el momento en el que se dio cuenta de la importancia de la amistad franco-alemana tras la II Guerra Mundial; y Valls, como muestra del destino común que comparten los europeos, se presentó como un hombre nacido en España y que hasta los 20 años no obtuvo la nacionalidad francesa.
Después de que el nombramiento del nuevo Gobierno francés levantara las sospechas en Bruselas y en Berlín sobre el compromiso de París para ajustar las cuentas públicas, Valls aprovechó la ocasión para reiterar a Gabriel su intención de respetar los acuerdos alcanzados por el equipo de Gobierno anterior. “Estamos llevando a cabo reformas para impulsar el crecimiento, que es la base de la riqueza y del empleo. Nos atendremos a todos nuestros compromisos. Nadie podrá dudar de la credibilidad de Francia”, zanjó.
Fuente: El País