Uno sabe que vive en un mundo globalizado e interconectado cuando a una autora singapureña que vive en Nueva York se le ocurre escribir una novela sobre el mundo de los toros. La escritora es Wena Poon y la novela se titula “Alex y Robert”.
La historia es convencional y parece sacada de un guión exitoso de Hollywood. Alejandra, Alex, se ha criado en Estados Unidos, pero es de origen español. Su abuelo fue elfamoso torero Pedro Javier Herrera. Desde pequeña Alex ha soñado con ser torera. Un verano, con la excusa de que va a estudiar, va a España a ver cómo puede introducirse en el mundo del toreo. Allí establece contacto con Roberto, el nieto del torero Juan Carlos de la Torre. Juan Carlos y Pedro Javier eran amigos y murieron en el ruedo con pocos meses de diferencia. Roberto es muy joven, pero ya es un matador popular, aunque a menudo confiesa que preferiría tener una vida más normal. Alex quiere que Roberto le ayude a convertirse en torera, a pesar de que es un mundo tradicionalmente reservado a los hombres.
La novela tiene todos los ingredientes de un buen best-seller y Wena los maneja bien: la mujer que quiere penetrar en el mundo masculino; la persona con talento que busca triunfar a pesar de todas las oposiciones; la persona que lucha por su vocación; la tensión erótica entre Alex y Roberto… La novela también tiene otros elementos de un buen best-seller: la acción es ágil y los protagonistas, aunque no sean redondos (¿quién busca estudios de psicología en un best-seller? Para eso ya se escribió “En busca del tiempo perdido”), tienen interés y están dibujados con mucho más cuidado que en los best-sellers al uso. Para rematar la novela deja los suficientes cabos sueltos al final como para adivinar que habrá una continuación.
Todo lo anterior lo digo con admiración. No soy lector de best-sellers y tampoco los sé escribir. Por eso respeto a quienes son capaces de componer un buen best-seller y si encima consiguen ganarse decentemente la vida como escritores, mi admiración ya no conoce límites.
Wena aporta también algunas cosas que me han hecho gracia. La primera es que es una mujer del siglo XXI y, a diferencia de muchos escritores, sabe meter en la novela las tecnologías modernas. Nada hay más patético que un escritor en 2011 nos presente a sus personajes escribiéndose cartas. ¡Si ya hasta lo de hablar por teléfono está empezando a quedarse anticuado! En “Alex y Robert” los personajes chatean, crean grupos de fans en Facebook, se mandan SMS y escuchan el iPod. Un ejemplo lo tenemos en una conversación virtual que mantienen antes de una de las corridas de Roberto:
“Esta cosa es como una droga”, escribió, tecleando con cautela en el teléfono. No podía teclear lo suficientemente deprisa. “Me gusta escribirte aunque no tenga nada que decirte.”
AlexH1988 respondió, ¿En qué piensas antes de una corrida? Aparte de Halo.
(…)
Pienso en lo doloroso que sería que me cogieran en los huevos.
Sin bromas. ¿No puedes protegerte con algo?
No está permitido.
Sé que no está permitido, ¿pero quién lo sabría?
¿Lo dices sólo para importunarme?
¿Así que prácticamente todos los días te preocupa que te capen?
Y la gente de los derechos de los animales dice que es estresante para el toro. Al menos él sólo tiene que pasar por esto una vez.”
Wena no sólo está al tanto de las últimas tecnologías. También está al tanto de los últimos movimientos sociales. La novela continuamente habla de los grupos que quieren terminar con los toros en aras de los derechos de los animales, de las peñas tradicionales, que están en contra de las mujeres toreras, de las plazas de toros que corren el riesgo de ser demolidas porque ya no son rentables y hasta mete en un pequeño papel a un matrimonio homosexual. Posiblemente estos sean elementos que hagan que la novela envejezca rápido, pero ningún escritor de best-sellers escribe pensando en la posteridad de dentro de diez años.
Otra cosa que aporta Wena es un gran conocimiento del mundo del toro. Se nota que se lo ha trabajado. A veces sentía hasta un poco de vergüenza al comprobar que es una singapureña la que ha venido a enseñarme cómo es el mundo de los toros por dentro.
Y ahora, a sentarme y a esperar que publique la continuación.