Alfama es un nombre de mujer
El barrio de Alfama en Lisboa tiene nombre de mujer, de mujer portuguesa pero de rasgos musulmanes que le infunden un carácter especial. Enamora sin ser consciente de estar haciéndolo. No es presumida, ni vanidosa, no sabe coquetear, no maneja el arte de la seducción y, sin embargo, seduce a cualquiera sin pretenderlo. Es más bien torpe, incluso desaliñada, tanto que, a primera vista, sus ropas ajadas y su engañosa falta de atractivo pueden espantar a posibles pretendientes. Pero el aire lánguido que desprende al pasear, su perfume aromatizado con las dosis justas de decadencia y esa distraída pose de indolente te atrapan y ya no puedes hacer más que admirarla.
A pesar de que ella se esconda por ruas y becos, callejeando entre la timidez y la picardía, o de que remonte con desparpajo cuestas imposibles para que no la persigas, tú la seguirás con la determinación de recorrer su cuerpo de arriba a abajo. Si por un extraordinario golpe de suerte lo consigues, su piel te dejará un regusto entre dulce y salado, sabe a río Tajo con un toque final de océano. Y es que Alfama se siente cómoda viviendo así, entre dualidades. Disfruta como dueña y señora de su imponente castillo pero aún le gusta más dar de comer a las palomas en su modesto portal de azulejos deslucidos.
En ocasiones, la encontrarás sumida en la melancolía, a veces acunada por un fado y otras con la letanía de fondo de los pescadores más ancianos rememorando, apostados en la tasca, antiguas historias lisboetas con tintes de leyenda. Se refugia así en esa suerte de saudade donde se siente tan cómoda, a salvo de miradas indiscretas y posibles desgracias siempre amenazantes. Alfama, con la madurez que le dan los años, se sabe fuerte aunque destile fragilidad, ha sobrevivido al temblor de la tierra y sabría defenderse bien ante al fragor del fuego. No todas pueden presumir de ello.
Pero haciendo gala de nuevo de su marcada dualidad, abandona de pronto ese estado casi febril para desperezarse a ritmo de fiesta con una sonrisa de claveles asomando a sus labios. Correrá entonces a engalanar balcones con manjericos y guirnaldas, impaciente por bailar en las plazas, por recorrer las calles atestadas de gente, por pasear cogida del brazo con su Antonio que es un santo y le consiente todo esas noches. Termina siempre exhausta de felicidad, con el olor a vino y sardinas flotando durante días en el aire, no quiere marcharse por mucho que Alfama ventile abriendo las ventanas. Y ella, en el fondo, tampoco quiere que desaparezca.
Quizá tras la resaca, recuerda algún pecado cometido bajo el exceso de la verbena y, si ese desliz infringido es tan grave como para quitarle el sueño, puede que hasta acuda a confesarlo a la Catedral de Sé. Puede que al llegar allí se arrepienta de haber ido, su espíritu bohemio le convencerá de que realmente no es tanta la falta. Conociéndola, se sentará en uno de los bancos que hay enfrente a esperar que pase el tranvía y cuando lo hace, Alfama no puede evitar sonreír como una niña pequeña. Será ese momento, ese gesto infantil, esa falsa inocencia la que hará que te enamores perdidamente de ella y repitas el viaje a Lisboa una y otra vez con la ilusión de ser correspondido.
Qué ver en Alfama:
- El barrio, el más antiguo de Lisboa, está asentado en una de las siete colinas que salpican esta ciudad portuguesa.
- Tras el terremoto de 1755 pasó de ser residencia de aristócratas y pudientes a convertirse en un barrio humilde para pescadores y obreros.
- No te puedes perder la Catedral de Sé, por donde pasa el tradicional tranvía 28, la Casa dos Bicos o el Palacio de Azurara.
-Imprescindible la visita al Castillo de San Jorge , donde te sorprenderá encontrar, por ejemplo, una cámara oscura desde la que otear el barrio a vista de pájaro.
- La noche del 12 al 13 de junio se celebra la festividad de San Antonio, el patrón de Alfama, pero durante casi todo el mes lo festejan en la calle. Es el mejor momento para descubrir la verdadera esencia de este lugar.
- Relájate al amanecer o durante la puesta de sol en los espectaculares miradores Porta do Sol o Santa Luzia.
Autora: Patricia Velasco
Periodista de profesión, viajera por necesidad y escritora por vocación. Voy recolectando por el mundo emociones, ilusiones y recuerdos. Descubre más sobre mí y contacta conmigo aquí
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